sábado, 22 de noviembre de 2014

Contratos

Me hablaste de contratos de
permanencia,
que sellan con un beso,
y se te olvidó el detalle,
de que mi vida tiene vacíos legales.

Como el de tu escote cuando te asomas buscándome.

Como el del final de tu espalda
que invita a cometer delitos
y que nos condenen a muerte.

¡Y qué muerte!

Si dejo de respirar cerca de tu trasero...

Me hablaste de contratos,
que se firman con sangre,
esa que sale del pecho
cuando unos besos no llegan.

Te hablé de las cláusulas
y de las mil formas para validarlas.
Como recorrer a besos desde tu cuello
al sur de tu ombligo
y permanecer ahí hasta que tus manos
vengan a rescatarme.


Me viniste con cuentos vitalicios,
como los de las princesas,
que buscan príncipes que nunca llegan.

Y es que,
hace tiempo corazón,
que mi color azul se esfumó.





miércoles, 12 de noviembre de 2014

No me cabes

Y bueno, si, es cierto.
He cogido unos cuantos kilos estos últimos años.
Quizá por eso ya tu abrazo me queda pequeño, corazón.

Por haber engordado de amor propio
mis mañanas
y cenar el optimismo
que a ti siempre te faltó.

Ya no me cabes, amor.

Te quedo grande
y el ticket ya hace tiempo
que caducó.

Busca algún pobre diablo
en el que quepa tu fina cintura
y tus delgadas ambiciones.

Y no vuelvas más por aquí,
mi pecho se reserva el derecho de admisión.


Mi corazón ya no late por el tuyo, 
amor.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Hace tiempo

Hace tiempo que mis dedos no escriben amor en estas líneas,
ni desamor.

Ni historias que envidiar. 

Hace tiempo que mis dedos no acarician una piel que merezca la pena abrazar,
como si fueran ellos los exigentes y no mi corazón. 
Quizás agotados ya de tanto remar para morir ahogados en la orilla.  

Hace tiempo que mis manos no toman otras y les invitan a escapar a "pontulugarpreferidoaqui" para olvidarse del resto del mundo. 
Y que quieres que te diga, si cualquier fulana puede robarme los calzoncillos y la hombría por una noche y hacer conmigo lo que quiera.

Algunas noches, incluso, lo que no.
Hace tiempo que mis piernas no corren detrás de unas faldas que merezcan la pena guardar en el armario para la próxima vez y desde hace unos meses me duele hasta leerme a mi mismo a oscuras, siendo incapaz de reconocerme.

Como si las líneas que hay escritas más abajo no hubiesen salido de los mismos dedos incapaces de convencer(la) de que puedo quitarle el frío en las duras noches de invierno.

martes, 28 de octubre de 2014

Pretérito

Como un déjavu
en una de esas noches frías
de Madrid.

Como un flashback
en formato podcast
de tu viejo móvil.

O una foto de carnet
en mi cartera.

Eso eres tú, amor.


Una foto en blanco y negro
de aquel álbum
que llenaron manos
que ahora perecen frías
en algún lugar,
queriendo abrazarnos.


Eres la talla 38 de un pantalón,
o el antiguo casete del cajón.

La bicicleta del desván,
o el edredón del altillo.


Eres eso que un día llegó
y sin saber ni como ni cuando,
se marchó.


Todo tiene su tiempo,
y tú, corazón,
ya eres pretérito.

sábado, 25 de octubre de 2014

Me voy

Unos shorts tan cortos como nuestras conversaciones y un brasier intentando escapar de tu blusa.

Respiro, enlazas veinte palabras seguidas y aparecen unos cuantos mitos riendo a carcajadas tras de ti.

Me voy, nunca fui de fachadas que te dejaran a medias al abrir las puertas y enseñen un hall tan pobre
como el mendigo que pide dos monedas para saciar todo menos el hambre. 

Me voy a buscar portales en los que follar sin entrar para no quererme quedar.

Buscaré ventanas a las que lanzar piedras cuando quiera acaparar la mirada de algunas piernas desvestidas.


Preparadas para correr todo menos distancias.


Encontraré excusas para no dormir entre sábanas enemigas que me corten las alas y precisen mi piel cada mañana.


Te veré en otros tiempos, cuando tu melena te deje sentir mi respiración mientras te agarro fuerte la cintura y ahogo el poco oxígeno que, por ley física, siempre habrá entre tú y yo.

Te querré, quizá, cuando comience a odiarme a mi mismo.

viernes, 24 de octubre de 2014

Trescientas historias de sábanas desechables y unos cuantos músculos mal repartidos tocando tu cuerpo cada madrugada, sin el de después.
Nunca se quedaba nadie después.

Te faltaban abrigos por las noches y compañía cuando las calles se oscurecían demasiado para unas curvas como las tuyas.

Te regodeabas en tus noches rápidas, yo lo sé. 

En los polvos que echabas, porque hasta en eso eras orgullosa. A ti no te follaban, eras tú la que llevaba las riendas, siempre.
Menos conmigo, conmigo ninguno de los dos las llevábamos.
Trescientas noches y unos cuantos kilómetros cúbicos de lágrimas que ninguno sabia paliar.
Secarlas sabemos todos, provocar que unos ojos verdes como el champán dejen de expulsarlas es más complicado.


Tú eras complicada.


Te destrozaste queriendo llegar al cielo, ignorando la imposibilidad de hacerlo sin la ayuda de unas manos que te sostengan en caso de caída.
Y caíste.
Y te doliste.
Y lo peor, me doliste.
Te quería cuidar.
Y cuidarme.
Y que me cuidaras.
Sobre todo que me cuidaras.

Hiciste desaparecer las piedras de los jardines y chapaste todas las ventanas a las que pudiera salir corriendo.
Y todo eso sin moverte de mi lado.



Ahora si se quedaba alguien después.


Justo cuando ya no estabas tú.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Bajito

Con lo divertido que es declararse sin que nadie lo entienda,
sin que nadie sepa que mierda está gestándose dentro de ti,
sin que nadie pueda adivinar que pasa por tu cabeza.

Y la gente queriendo gritarlo a los cuatro vientos.

Queda más bonito si solo abarca su oído,
si el eco del sentimiento no pasa de su cuello
para que se quede ahí,
erizándole la piel.

Con lo divertido que es hacerle enfadar
y que te pregunte si piensas parar.

Nadie deja de beber cuando encuentra un manantial, corazón...

miércoles, 15 de octubre de 2014

Madrid

Madrid nunca muere cuando cae la noche, incluso me cuesta creer que duerma. Es imposible conciliar el sueño con tanto bullicio a nuestro alrededor. 

Ni con tanto silencio lleno de historias. 

Como la de ese taxista que trabaja 18 horas diarias para que sus niñas vayan a la escuela, o la de esa madre que se tira otras tantas en un albergue dando cobijo a los que no tienen un techo. 

Sé que muchos les llaman "los más necesitados", pero yo no los veo asi. Te aseguro que ellos encuentran la felicidad mucho más rápido que nosotros. 

Madrid es incapaz de descansar y se encarga de que nosotros también estemos alerta, para crecer, para aprender. 


Para querernos.  


Para encontrarnos. 


Yo hoy tampoco he sido capaz de dormir, y la entiendo. La comprendo. 

Quizá porque me voy. 

Quizá porque Madrid me parece más bonita cuando la abandono. 

martes, 14 de octubre de 2014

Me vale

Me vale quererte en silencio,
sin alardear de albergar,
aqui dentro,
este sentimiento que tiene tu sonrisa por firma.

Me vale con que me dejes respirarte,
en la nuca,
o más abajo.
Y que me dejes jugar a oscuras
con tus desniveles.

Me valen tus tópicos sobre los hombres,
tan básicos,
tan planos,
tan escasos.

(Hablo de nosotros, chicos)

Todo lo que tenga que ver
con tu puta existencia.

Con tu maldita manía
de enamorarme sin querer,
o queriendo(me).
Para verme de rodillas suplicarte.

(Por aquello de los tópicos)

Me vales por todas esas noches,
las que pasé en el balcón,
mirando como fumaban otras
esperando que tocaras el timbre
y me rompieras los huesos.

Me vales.

Por todo el tiempo que no te busqué.

domingo, 12 de octubre de 2014

L/M

Dile a Madrid que me cuide el otoño,
que habrá hojas de sobra por el suelo
para cubrirlo del frío
y que no le empape la lluvia.


Dile a Lanzarote que guarde el verano,
y que me preste un tarro de sol
para cuando las nubes no me dejen verlo.
Por eso de no olvidarme de él, 
y por probar, de nuevo, 
lo amargo del masoquismo.


Dile a octubre que no traiga recuerdos,
que se quede su nostalgia,
sus bohemios amaneceres,
pero que no se lleve el eco de su voz.

Que no borre el número dieciséis de su calendario,
que aunque me faltes,
siempre supiste quedarte.


Dile al invierno que tarde en llegar,
que esta vez,
en mi navidad,
no nevará.

Dile al número quince que no me abra el portal,
que no subiré a su cuarto piso,
que detrás de la séptima puerta
ya no se esconde ningún tesoro.


Dile a Lanzarote que pronto volveré a bailar,
aunque no sepa,
aunque le pise los pies al mar,
aunque no siga el compás.

Dile que pronto,
muy pronto,
volveré a empaparme de sal.



lunes, 29 de septiembre de 2014

Si quieres

Si quieres me comporto como los demás
y te doy razones para irte de aqui,
por patas,
y que no vuelvas jamás. 

Si quieres te canto al oído,
que susurrando 
no se notan los miedos. 

Si quieres te acaricio la espalda 
mientras muero por escapar
e ir a visitar otras faldas. 

Si quieres me comporto como los demás,
y dejo que ellos hablen por mi.
Para que todo sea bueno
y nada pueda hacerte dudar. 


O si quieres, sigo fiel a mi mismo,
a esta estupidez tan profunda
que me lleva a creer
que este idiota en tu vida
se pueda quedar.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Mojado

Huele a mojado ahí afuera. Algo me recuerda que el verano ya se ha ido, que el otoño llama a mi puerta. 

Se olvidó de tocarte al timbre y en tu habitación todavía brilla el sol.

Piso hojas mojadas nada más salir de mi portal y un charco me habla del frío de mi ausencia. No me falta nadie, ni si quiera tú. 

Me falto yo.

Algunas de mis sudaderas conservan la colonia de la última primavera cuando mi alegría flotaba por encima de todas esas aceras encharcadas y podía permitirme el lujo de bailar con alguna fulana bajo la lluvia. 

Igual es injusto llamarles fulanas por no quedarse, quizá el fulano fui yo. Pero mi corazón está tan poco acostumbrado a esa falta de respeto que a veces ignora lo que provoca.

Que injusticia para aquella que, incluso, se acordó de mi nombre cuando amaneció.


Ha parado de llover afuera, pero sigue oliendo a mojado.

Es lo malo de la lluvia, solo empapa. 

Si fueras nieve...

viernes, 19 de septiembre de 2014

Luna

Si te bajase la Luna,
¿qué puñetas miraríamos después?

El cielo se quedaría huérfano,
el Sol, viudo. 
Y tú y yo, 
mirando al firmamento como dos estúpidos.

Si te bajase la Luna,
¿a quien le llorarías después?


Si no te escribiera a oscuras
cada madrugada,
probablemente,
no te echaría de menos.
Ni al fuego de tus besos.


Si cesara en mi estupidez,
¿a quien querrías después?

Si me pides que mi corazón
se vuelva piedra,
queriendo descansar en él.

Es una incoherencia preciosa.
Enamorarte
y querer transformarme.

Si me transformo en lo que anhelas,
¿quien seré?

Si te fumaste aquel cigarro de después,
la señal de querer quedarse.
De cambiar las sábanas
cada martes,
cada jueves,
o cada amanecer.


Si de verdad vas a querer la Luna,
llama a otro imbécil
que se deje convencer.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Margarita

Al final resulta que todo se trata,
 al parecer,
de deshojar oportunidades.
Ahora si, ahora no.
Mañana si, pasado no.
Y, de paso,
deshojamos la paciencia de aquel que un día fue incondicional.

Y ésta,
por muchas margaritas que te encuentres en tu camino,
se marchita.
Se hastía, se agota, se queda vacía, pelada.

Y se va,
como nos vamos todos.

Le llega su otoño en cualquier estación del año,
por mucho que la riegues.
Y te darás cuenta que,
lo único que conseguías,
era alargar su agonía.
 

Le llega el invierno y se hiela,
como tu corazón cada dos semanas.
Le llega su San Martín y no hablamos de ninguna cerda,
aunque se haya enfangado en el barro de la hipocresía
 y haya echado por tierra todas las ganas que tuvo alguien de quedarse a su lado.

Recuerdo

Empecé a convivir con tu recuerdo 
como el que vive con una alergia;

Resignado a que te haga daño
cuando menos lo esperas. 


Pero el corazón es más listo. 


Y me ha pasado
como pasa
cuando expones,
durante un tiempo prolongado,
tu cuerpo a un alérgeno;
que llega un día que ya no duele. 


Y así se ha quedado tu recuerdo,
obsoleto,
plano,
vacío. 

Anticuado. 


Ya no sabe aparecer,
y cuando lo hace
es demasiado previsible
como para que se me acelere el pulso.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Supe

Supe que bajo esos kilómetros de raíles se esconderían cientos de historias que no debería contar, decenas de noches bañadas en ron, una capucha empapada y mucho dolor.

Supe que tendría que aprender a correr sin doblar las rodillas y a saltar sin despegar los pies del suelo.

Supe que el número 15 de aquella calle siempre fue el punto de partida de todas mis pesadillas, que los cuartos pisos nunca me han gustado y que el número 7 solo queda bien en el reverso de una camiseta.

Supe que octubre nunca sería mi mes y que en abril la lluvia no solo caería del cielo...

Supe que cuidar de lejos es esencial y que no todos saben hacerlo.

Supe rescatar lo mejor de ella para aventajar al tiempo, supe deshacerme de lo malo que me habia inculcado él y aprendí a sumar lo que tenía más lo que conseguí sin restar lo que perdí.

Comprendí que ser fuerte es más que cerrar un puño y romper las barreras que te van a poner.

Entendí que derramar lágrimas es coger fuerzas y que aquel que no da un paso atrás no es más valiente que el que se lo piensa antes de luchar.


Me supe ganador solo por haberlo intentado.

martes, 2 de septiembre de 2014

Héroe

Nos pasamos la vida esperando por alguien que venga a salvarnos.

Y si no llega, o no lo logra, siempre podremos echarle la culpa.

Por impuntual, por inepta sentimental.

Pero seguiremos perdiendo minutos, horas, días. Seguiremos perdiéndonos a nosotros mismos esperando a encontrar algo que tenemos mucho más cerca de lo que pensamos.

Las sonrisas que buscamos en otros rostros debemos primero verlas en el nuestro y la voluntad de permanecer al lado de alguien debemos conseguirla antes no abandonando nuestros sueños.

E igual nos convertimos nosotros en esa persona que llega al corazón de alguien para salvarle.

Y, de paso, te salvas a ti mismo.

No esperes por nadie para rescatarte;

Sé el héroe de tu vida.

jueves, 28 de agosto de 2014

Como casi siempre

Pasa como pasa siempre de noche, y a oscuras, formas un charco con lágrimas que nadie tiene cojones de ver.

Ni de adivinar.

Pasa que siempre has sido más fuerte que cualquiera de esas piernas que pasaban por delante de tus narices con el único afán de destrozarte los esquemas.
Pero tenias mar.

Tan insignificante, el mar.
Para los que no han cogido aire precisamente cuando él te ahoga.

Tan grandioso, el mar.
Para todo aquel que ahoga los recuerdos en una botella de alcohol en su orilla. Y de paso entierra todas las palabras que se congelaron a diez mil pies del suelo.


Pasa que hasta el hielo en el más duro invierno se resquebraja y cede.


Pasa, como pasa siempre, con la luz apagada y la música prendida, aparece la silueta de tu cuerpo al otro lado de la cama y al abrazarla ya no está.
Como siempre pasaba, nunca te quedabas.

Pasa que cerca de ti hay una paz reprimida que se muere de ganas de entrar en guerra con mi entrepierna.


Pasa como pasa casi siempre; que te vas.


Y un idiota sin mar es capaz de muchísimas tonterías.

Como volver a por ti, por ejemplo.

martes, 12 de agosto de 2014

Por ti.

Por ti cantaría y haría a la lluvia caer.
Para no bailar después.
Para no seguir tus pasos.
Para que no me vuelvas a ver.


Por ti cantaría y haría a la lluvia caer.
Quizá para bailar después.
Para intentar seguir tus caderas.
Para cogerte de la mano otra vez.


Por ti cantaría y haría a la lluvia caer.
Para aprender a bailar en tus pies.
Para mecer tu trasero.
Para ver la noche caer.


Por ti cantaría.
O mataría, tal vez.


Quizá mi canción no suene fuerte,
tal vez se quede en tu oído.
Y solo nos llueva a nosotros,
como cuando estamos en la cama
y se nos inunda el cuarto.


Por ti cantaría.
Y, quizá también,
moriré.

martes, 5 de agosto de 2014

Home

Hay un reloj en el salón que no marca la hora, un sofá que hace tiempo que no acoge el cansancio de ningunas piernas y un recibidor que se cansó de ver más despedidas que reencuentros.

Hay varios cuadros, contienen fotos desgastadas y dichosas de ser observadas por alguien durante más de cinco segundos.
Les gustaría decir tanto...
Les escucharía con el corazón abierto.

Está el interruptor que siempre apaga la luz que no quiero y enciende la de mis miedos. Les enseña el camino para llegar hasta mi y no dejarme dormir.

En mi cuarto hay ropajes de otra época, medallas, un par de cuadros y algún recorte de periódico que hablaba de un niño que marcaba goles. Hizo bien cuando eligió no crecer. Lo echo de menos.

En la habitación de al lado hay retales de un valiente al que los cobardes un día en el pasado atizaron. Como atiza la razón, hoy día, al intolerante que no ve más allá.

Y en la alcoba descansa desde hace tiempo una flor que no marchita.

Es la más bonita.

Me mira y me dice que ese niño de los periódicos ahora no marca goles, pero gana campeonatos y ha sabido pegar todos sus trozos para seguir de pie. Y me recuerda que si caigo ella sabrá amortiguarme.

Es la más bonita.


En el resto de la casa hay varias huellas, un par de lágrimas impregnadas en las paredes y risas en formato podcast.


Está lo que hubo y preparada para acoger lo que un día habrá.

miércoles, 30 de julio de 2014

Más/Menos

Se ven más "valientes" cubriéndose el rostro que "cobardes" a corazón descubierto y, claro, así pasa después; las balas matan a los que son plena autenticidad.

Hay tios, como yo, que hacen que un par de palabras colocadas en el sitio correcto suenen bien, pero que les tiembla el pulso y tartamudean si las manos de 'la mujer' le rozan la piel. 

Se ven más mujeres buscando imitar historias ficticias que queriendo escribir la suya propia, y resulta triste. 

Más hombres preocupados de las braguetas que bajó la mujer de la que está enamorado que de conseguir que la última que baje sea la suya. 

Se ven más estrellas observándonos a nosotros que viceversa.

Se ven más lágrimas en caminos de vuelta que sonrisas en las idas. 

Se ven menos niños en las calles. Menos zapatillas cubiertas de fango y menos heridas por el rofe.

Se ven más corazones nómadas, quizá por esta razón también nos llaman la generación perdida.


Ya no hay quien cojones encuentre su corazón adecuado para morir. 

jueves, 24 de julio de 2014

Tan

Tan aficionado a los relatos cortos, que a veces solo me bastan dos palabras para escribir un libro. Tan fanático de la brevedad como afiliado a la sinrazón.
Tantos días siendo hielo para que llegue el invierno y cause grietas por todas partes.
Tanto tiempo sosteniendo corazones que se me olvidó que el mío pendía de un hilo fino y escaso como mis esperanzas.
Soy fuerte. Lo sé. O eso me dicen algunos.
Pero el hastío lo es más.
Tan aficionado a las películas que se me olvida que solo duran dos horas y yo en tan poco tiempo no soy capaz de demostrarte que soy el ideal para ti. Ni yo, ni nadie.
Tan acomplejado que sonrío de espaldas y, en muchas ocasiones, sólo por dentro.
Pero, sin embargo, tan bajito que mi centro de gravedad me mantiene erguido a pesar de las continuas hostias que me quiere dar la vida. Tan bohemio que mis prisas se las llevó la marea y ahora solo espero a que caiga el sol

lunes, 21 de julio de 2014

Poetas

No entiendo al poeta, a ese incansable ser humano que sangra cada vez que escribe a quien quiera que le haya hecho mil pedazos el corazón.
Y la cabeza.
Y los ojos.
Y las manos.

Porque te hacen trizas.

No entiendo lo bonito que suena el desamor, lo bonito que se ve la historia de chico conoce a chica, chico se enamora de chica, hacen el idiota y. al final, uno de los dos muere. Suena bonito y es más común de lo que la gente se piensa.
En una sala proyectada queda precioso.
Y en otros corazones.
En el de uno mismo queda horroroso.

Al final de las historias siempre hay alguien que muere, o a la mitad. El chico que deja de ser el que conquistó a la chica, por ejemplo. El chico que quiere que la chica deje de ser aquella de la cual se enamoró, tal vez.
Eso es morir de amor, no reconocer al que tienes al otro lado de la cama. O al que miras al espejo.

Perderte.

Perderle.

No entiendo al poeta que sobrevive de sus poesías.
Es clavarte un puñal cada vez que te lees.
Y que la ves.
Porque siempre la ves.
Quizá les escriben poesía porque es la única forma de sentirlas y hacer el amor con ellas.

Ellos son así, están locos. Por eso nadie los entiende. La gente solo lee sus poemas, los dedica y se llevan los besos.


Y del poeta nadie se acuerda cuando se cierra el libro y se deshacen las sábanas.

miércoles, 16 de julio de 2014

Inevitable

Siempre la ves, en cada palabra que escribes la ves.
Y la echas de menos.
Y te rompes.
Y te sientas a intentar recordarte a ti mismo que es una causa perdida echar de menos un corazón que no bombea sangre por ti.
Quizás algún día lo hizo, pero ya no.

¿Pero qué puedes hacer?

Nadie te ha dado clases de evitar lo inevitable, a lo mejor por eso hay cosas que pase el tiempo que pase lo siguen siendo.
Porque nadie ha tenido los bemoles de evitarlas. Ni la paciencia. Ni el corazón. Nada.

Ella sabe que la quieres. Y que probablemente no tenga cerca otro corazón que la abrace como la puede abrazar el tuyo. Bueno, a ti tampoco te tiene cerca pero, aún así, lo estás.
Aunque no quieras estarlo.

Y escucharás a valientes hablar del olvido y de las mil maneras para deshacerse de un recuerdo plano e inútil que actúa como metástasis por todo tu organismo. Esos valientes que son los cobardes que se ahogan en otras faldas.
Te va a seguir rompiendo, porque no hay operación que valga. Porque nació en tu pecho y ahora te fallan hasta las piernas si piensas en ella.

Seguirás viéndola en cada palabra, en cada borrador, en cada rima, en cada falta de ortografía...

Hasta que aparezca otra que se convierta en tu inevitable.

domingo, 13 de julio de 2014

Indudablemente.

Si en algún momento alguien me suelta la pregunta de qué es lo que no quiero olvidar cuando sea mayor, probablemente, indudablemente, mi respuesta sea yo mismo.
No hay peor dolor que olvidarse de lo que uno fue.

Para si mismo.

Para alguien.

Olvidar el amor que diste, el dolor que causaste y el puñal de la vida para no volver a causarlo jamás.

Si me preguntan por ti les sonreiré. Era ella, ¿verdad?

De mis metas de hoy no hablaré, porque sé que serán mis logros mañana. Como seguir rodeado de estos cabrones, por ejemplo. De mi familia, un pirata nunca hará declaraciones después de descubrir un tesoro. Yo llevo veintitrés años en silencio.

Si tengo hijos, que ojalá los tenga, les diré que no aprendan mucho de su padre. Porque si consiguió que una mujer se quedara a su lado es porque ésta debe tener una paciencia inagotable y un corazón majestuoso. Y porque de una madre siempre se aprende, aunque se vaya antes de tiempo. Y que se fijen en sus abuelos, ¡qué sabios nuestros viejos!

Probablemente, indudablemente, siga escribiendo poquito a poco, como hasta ahora.
Y creciendo.
Sin olvidarme de lo que he sido, de lo que estoy siendo.

viernes, 11 de julio de 2014

Hay que saber.

Debemos aprender a irnos. 
Quiero decir, darnos cuenta de cuando hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano y partir, y que otros se deslomen. 
Llega un momento que por mucho que sigas remando no avanzas, navegas en círculos y nos ves tierra. Toda ocasión tiene su tiempo, todo logro tiene su fecha de caducidad y es inviable vivir de rentas. 

Hay que saber marcharse. 

Y muchos no tienen ni idea. 

La rutina hace tanto daño que cuando la cambias crees que te falta algo y vas en su búsqueda, de nuevo. Es un amor-odio, ni contigo ni sin ti,

y la gente echa raíces en macetas equivocadas, 

y nunca florece nada, ahí nunca florecerá nada. 

Debemos aprender a irnos y tener paciencia para comprender que nuestro próximo destino igual tarda un poco en llegar. 
Hay que esperar a los ojos que te griten quédate y a las manos que, aferrándose a ti, nunca te alejen de tu libertad. 

Hay que saber en qué corazones quedarse a dormir. 

lunes, 7 de julio de 2014

Desdén.

Qué hago con el desdén de la madrugada? No sirvo para combatir las ganas y no saber donde clavarle el puñal definitivo para acabar con ellas y que me dejen respirar.

Hablamos de impulsos y el mundo se hace pedazos.

Pienso en ella cuando llueve, y cuando hace sol. Cuando voy bajo tierra y cuando estoy bajo el mar. Pienso en ella. Es así.

Nunca he sabido pararme los pies cuando algo necesita salir. Yo no sirvo para estas cosas, no sirvo para mi. Sin ti.

He visto a la misma estrella fugaz pasearse cada noche por el cielo de mi cuarto, dibujar tu silueta y aplacar el sueño del individuo que permanece inmóvil. Nunca llegas para quedarte y siempre te vas para no volver.

Qué hago con el desdén de después? Mi balcón se cansa se ver fumar a otras que nunca podrán rehacer mi dormitorio, de verlas doblar la esquina y que no aparezcas tú después. Se cansa de mi paciencia. 

Algo haré con él. Y conmigo. Contigo ya veré.

Quererte, tal vez.

miércoles, 2 de julio de 2014

Fe

Si hay algo que nunca he hecho, ni haré(no pongo el nunca, pero se adivina. Y mi metedura de pata también), es cambiar mis formas de "supervivir", porque yo no sobrevivo. Yo "supervivo". Aunque eso no exista, me da igual. Y ya te diré las razones.
Si ella no se quiere quedar, ¿qué quieres que le haga? Que se marche, ya me doleré. Porque ella no me va a doler, hace tiempo que ya nadie me duele porque no dejo que elijan por mi. No sé si me explico.

¿Y qué le hago a los que no creen en mi? Desistir sería darles la razón y nunca se me ha dado bien servir platos calientes a más de dos y con los cubiertos preparados. Soy demasiado egoísta como para compartir mis fracasos.

No voy a dejar de ser un idiota por mucho que me lo repitan, ni adoptaré facetas de tío duro para que alguna se quiera quedar. No me pega nada ir de tío duro, sería ridículo. Seguiré enamorándome de la primera que no tenga miedo. Y del desamor ya hablaré cuando aparezca.

Porque tengo la convicción, la extraña sensación, el estúpido pensamiento de que alguien se querrá quedar hasta que amanezca, que no se quiera ir de mi cama o echarme de sus sábanas. Quien corra a por mis piernas y por su entrepierna. La que, conociéndolos, sacuda mis complejos sin importarle nada más que verme sonreír. La que me conozca como lo hacen mis amigos y, aún así, siga queriendo despertarse junto a mi. Y la que sepa darse cuenta de que soy lo que soy por los que me han rodeado hasta hoy. Y solo hablo de sus características, porque yo pierdo el culo por quienes me quieren así. Hay que tener huevos para hacerlo, por eso "supervivo". ¡Qué suerte ser yo a veces!

Me tengo fe.

Porque al final, si tú mismo cambias lo que eres, nadie querrá quedarse.

martes, 1 de julio de 2014

Años.

A lo largo de todos estos años he escrito cosas que nunca debería de haber escrito, historias que me gustaría haber vivido y que simplemente he presenciado desde la distancia justa para observar y sentir la mejor de las envidias.
Le he escrito relatos a personas que no se merecían ni, si quiera, la más ínfima de mis palabras. Vocablos llenos de sentimientos que en muchas ocasiones, he de admitir, también intenté usar como puñales. Tengo la firme seguridad y la total tranquilidad de que ninguno hirió de muerte a ningún corazón.

Y eso me fastidia.

Con el paso del tiempo he aprendido a leer a quien sabe escribir, no como yo. Y a escuchar a quien sabe de lo que habla. Más o menos como yo, que hablo muy poco.
He comprendido la importancia de los errores y los aciertos; la jodida realidad de que cuantas más veces aciertes más fácil te quitarás de encima a quienes no te quieren de verdad cuando te vean errar.
Me han enseñado a escuchar a quien tiene algo que decirme y a observar. Especialmente a observar(te)

Pero sobre todo he aprendido a leerme. A verme aquí, en cada palabra, en cada relato... Y he sabido quedarme conmigo mismo, a pesar de todo. A pesar de mis "faltas de ortografía", de mi inconsistencia verbal para/con quien no se merece tales arrebatos.

Y me quedaré conmigo mil veces más, porque nadie sabría sacarle tanto partido a este error con patas.

viernes, 6 de junio de 2014

Jodido

Se me ha metido algo en el ojo,
y no quiere salir.
Parece ser tu reflejo.
Que jodido, 
verte cada día.
Y estar sin ti.

Cambio mis costumbres,
para no estancarme.
Como lo hice contigo.
Te quise, hasta sangrarme.
Y desvariarme.

Como el loco entre rejas,
sin ellas.

Me supera la madrugada
y solo tengo un chute,
guardado está en el cajón.
Sabe agrio, me encoge los hombros
y me está machacando el corazón.

Como lo hiciste tú,
sin martillos.

Se me ha metido algo en el pecho,
y pretende quedarse.
Parece ser odio.
Que jodido,
querer sentir indiferencia.
Y sentirte más a ti.


Hablan de reacciones químicas
sobre los sentimientos,
y qué puñetas sabrán ellos
de como me evaporo, 
cuando pienso en tu sexo.

Se me ha posado alguien en la cama,
y quiere trasnocharme.
Parece tener un nombre.
Que jodido,
mirar su DNI.
Y que no lleve tu apellido.


lunes, 12 de mayo de 2014

Incertidumbre

Aquello fue lo que les hizo quedarse el uno al lado del otro.
La incertidumbre de no saber qué puñetas pasaría el día que ella no sudase esas sábanas. La incertidumbre de no volver a conocer una piel que resbalara como resbalaba la suya por su espalda.
Provocaba nuevas miradas cada mañana, como si no se conociesen, como si cada día tuvieran la necesidad imperiosa de volver a enamorarse.
Como si no se conformasen con conocerse a fondo. Ellos querían olvidarse para recordar cada noche como quererse de verdad.
Sabían que la rutina les iba a hacer daño y que el tiempo nos acomoda en los brazos de alguien provocando que algún día las extremidades, y el corazón, flaqueen.

Y murieron abrazados.

Por la incertidumbre de no pisar el infierno juntos.

viernes, 2 de mayo de 2014

Noches

Esa irónica e incontestable verdad de que la noche despierta muchas más cosas que el resto del día. Esa sensación de que por la noche eres siempre más tú que en cualquier otro momento, el placer de encontrarte a oscuras y sin necesidad de velas ni luz artificial.

Que el sol está de puta madre, pero la noche es otra historia.

Te dan ganas de abrazarte a todos tus recuerdos, incluso los que pinchan. Los que clavan. Los que te sangran. A veces echar alcohol en la herida es la manera más rápida de cerrarla, y más dolorosa.

Por la noche nunca olvidas, ¿o no te pasa que te vienen a la cabeza, o al corazón, cosas que debiste hacer? Está demostrado; la noche es el momento más jodido si quieres olvidar algo.

Y reniega de aconsejar. Cuando te despiertes, el 80% de todos los consejos que sueltes por tu ilusa boca los vas a necesitar. Y te lo adelanto; no tendrás cojones para aplicártelos.

Y se te irá la vida en cada puta madrugada que pases a solas, porque hace demasiadas mañanas que alguien no te da los buenos días. Ni los malos. Ni nada, hace demasiadas mañanas que no te dan nada.

Hay demasiadas noches que echas de menos.

jueves, 24 de abril de 2014

Cuando te marches.

Cuando te marches cierra todo bien. 
Apaga los besos y cierra el corazón con llave. Corre los párpados para que no entre claridad y pueda dormir a gusto. 

Si te marchas, tira la llave al fondo del mar y si usas candado asegúrate que no hay alicates que puedan romperlo. 

Cuando te marches, sube las cortinas de mi esperanza y paga las facturas de las decepciones. No te olvides de llevarte toda tu correspondencia, ya haré leña con mi desasosiego cuando quiera encender la chimenea. 

Cuando te marches, que no se te pase por la cabeza la idea de volver. 

Ni por el corazón. 

Si te marchas y te arrepientes, no seré yo el que te conteste al telefonillo. Ni el que te abra la puerta. 

Ese idiota será otro. 

Si te marchas, te irás de verdad. No quiero que dejes ni un hueco de recuerdo en forma de ropa interior en alguna gaveta de mi armario. 
Si te marchas, te desahuciaré de mi pecho y te cobraré todo el rencor pendiente en forma de olvido permanente. 

Cuando te marches, no te olvides de recoger del suelo mis ganas de seguir queriéndote. 


Las vas a necesitar para el siguiente idiota que quiera abrirte las puertas y encenderte el corazón.

domingo, 20 de abril de 2014

Prosa

Siempre se me dio mal escribir poesía en verso, como olvidar adrede a quien no recordaba ni mi nombre. Siempre se me dio fatal juntar palabras, hacerlas rimar y que sonaran bonito. Como fabricar noches de esas que rebosan los libros de los grandes artistas que crean expectativas tan altas, que es improbable no salir perdiendo.

Siempre me ha costado echarte de más, porque no sé hacer otra cosa que echarte de menos. No me dejas hacer otra cosa que echarnos de menos.

Siempre se me dio fatal bailar pegado a quien miraba para otro lado. Coger de la cintura a quien no quería memorizarse el compás de mis mañanas.
Siempre se me dio mal esperar, sobre todo por aquellos que nunca terminaban de llegar.

Y no hay versos que arreglen la paciencia del corazón roto. No hay versos, ni besos, que curen las heridas que provocaste engañándonos. Engañándote a ti misma.

Por eso elegí la prosa.
Porque siempre se me dio mejor coger carrerilla y hacer las cosas del tirón, sin escalas, sin interrupciones.

Como me pasó contigo, tocar el cielo y hundirme en el fondo del mar. Todo, en el mismo párrafo de mi
vida.

lunes, 7 de abril de 2014

Reflejo

Eres el reflejo donde mucha gente se ve queriéndote.

Quizás es la frase más acertada que me ha dicho el silencio en mucho tiempo, cuando te abandoné porque te olvidaste de quien eras y yo quise acordarme de quien era el que vestía esta sudadera azul.
Para saber bailar pegado al corazón que quieres escuchar latir cada mañana, primero debes aprender a bailar con el tuyo y hacerle entender que nunca necesitará otro para sobrevivir.
Para que crucen charcos por ti, primero debes aprender a nadar de la mano de alguien y que te ahoguen. Y que te saquen a flote. Y hundirte tú mismo porque sabes que es mejor tocar fondo que seguir en la superficie mientras el viento te azota el rostro, "para que aprendas".

Y por favor, sigue eligiéndote. Y deja que te elijan. Deja que te señalen con el dedo, que griten tu nombre, tu apellido o que te insulten para llamar tu atención.
Déjalos.
Porque si quieren pasear contigo, tarde o temprano, cogerán cualquier cacharro que les transporte a donde estás e irán contigo de la mano. O del corazón. Incluso de lejos.

Y son esos últimos el reflejo en el que te ves queriéndote. Porque si ellos siguen, es porque tú no te has ido.

Y eso es lo complicado, no irse nunca.

jueves, 27 de marzo de 2014

Escribir

Escribir es para algunos el "sinónimo pasivo" de pegarle hostias al mundo, de liberarse. En algunas ocasiones hasta de encontrarse. 
Es quererte alguna noche un poco más porque tu corazón dicta algo y tus dedos lo visten bonito. 

Escribir es visitarte cuando te echas de menos. A veces son visitas non gratas que se van por la puerta de atrás en forma de papel arrugado marcando un triple en la papelera. Otras, en cambio, se convierten en recuerdos que más adelante te llenan de marea el corazón. 

Así aprendí a no encestar mis dictados y a almacenarlos por si el tiempo me brindaba la oportunidad de ponerles el traje perfecto para que otros se adueñaran de ellos si algún corazón les declaraba la guerra. 

sábado, 8 de marzo de 2014

Acabaste

Me acabaste.
Como se acaban las malas historias, descompuestos y sin final. 
Me acabaste, pero encontré el principio. De nuevo.
Te extirpaste tu solita de mis adentros, como se extirpa una mala hierba del jardín. Y pasa como pasa en muchas ocasiones, en las que nos sabemos regar, que florecí, de nuevo.
Me agotaste la dulzura, la caballerosidad y hasta la paciencia. Puedes, incluso, llamarme poco hombre si quieres. Yo no te llamaré buena mujer, pues no lo eres. 
Acabaste con los tópicos, (está feo que yo lo diga), pero fuiste igual que muchas.  
Te acabaste. Pero yo que soy de ver películas antiguas y escuchar canciones añejas, te sigo escribiendo. 
Y ya acabo yo, por hoy. 

martes, 4 de marzo de 2014

Despedidas

Escribí muchas notas de despedidas en portales a oscuras, en cartas que nunca llegaban a los buzones de sus destinatarios. Palabras de adiós que retumbaban en la cabeza de todo aquellos que, en realidad, nunca quisieron quedarse.
Me despedí de esa gente que creyó más en el poder de la palabra que en la sabiduría del tiempo y de su inestimable capacidad de borrar de la vida de las personas a todos aquellos que no son merecedores de ese privilegio.
Me despedí, más concretamente, de ti. De tus palabras vacías, de tus promesas incumplidas y de tu certeza de no sentir lo que hacía mucho tiempo vivía en tu pecho. Te dije adiós sin mirarte a los ojos, sin pronunciar una sola palabra, hacía ya varios inviernos que no te merecías un segundo de mi tiempo. No te merecías, en definitiva, nada de mi.

Y me despediré todos los días de tu recuerdo, que se vaya por partes y no haga más daño. Que se ahogue en las cervezas que me tomaré con aquellos que si quieran disfrutar de mi tiempo. Que se asfixie en los abrazos de aquellos que saben cuando los necesito.
Que se pierda en la melena de la mujer que me haga temblar y no precisamente de miedo. Y no será una forma de olvidarte, porque nunca querré eso. No querré olvidarme nunca jamás de aquella historia que me demostró que uno debe morir con sus convicciones.  Hasta que no me hagas daño y me provoques sonrisas. Esas que compartiré con los que aprovecharán la fortaleza del tipo que tú dejaste marchar.

Este idiota se despide. Sin arrepentirse de haber sido, seguramente y de largo, el mejor idiota que pasará por tu vida.

domingo, 2 de marzo de 2014

Yo

Yo, que aprendí a encajar disparos a bocajarro y a taponar hemorragias de esas que te dejan desangrado en una baldosa en medio de la ciudad.
Yo, que decidí tropezar varias veces con las mismas piedras, para cerciorarme de quien era el fuerte y se terminaran rompiendo.
A mi, que me han hecho tantas zancadillas, que me he tenido que levantar en tantas ocasiones que las vistas desde lo más profundo de los pozos ya me es familiar.
Yo, que he escalado tanto, que me he desgarrado las manos aferrándome a todos esos clavos candentes que ya no siento la soledad al pasear.

Por mi, que apostaron tan poco...

Yo, que no tengo mejor motivación que amanecer y trasnochar con algo tan simple como una sonrisa en el rostro. Imperfecta, me da igual. Sigue siendo lo más bonito que puedo brindarme a mi mismo.
A mi, que me basta con ver en los míos un gesto afín. Los que están envueltos en sal y los que nunca han visto la lava sobre el mar.

Y, por enésima vez, yo.

Que pasen los años que pasen seré el que deje al tiempo hablar, al cielo aconsejar y a la marea consolar.

domingo, 23 de febrero de 2014

Nos sangrará

Me va a sangrar tu ausencia, como sangra el corazón después de una apuñalada, como sangra el recuerdo cuando se siente traicionado.

Me va a sangrar tu ausencia, formando charcos de promesas ejecutadas en el peor de los silencios.
Me va a sangrar tu ausencia, y no quiero vendas que retengan el adiós.

No me va a quedar nada de ti porque tú nunca quisiste hacerlo. Un calcetín muere de dolor cuando le hablo de aquella que lo abandonó, y el olor de esa bufanda olvidada intenta hacerme chantaje con alusiones al cuello que cubrió.

No podría seguir siendo el héroe que tú quisieras, porque nunca he salvado otra vida que no sea la mía, porque nunca he corrido a rescatar a otro que no sea yo. Y cuando digo yo, significa "todos esos que me hacen posible" y cuando digo mía, significa "todas esas sonrisas que me alegran la vida".

Y a ti te va a sangrar el corazón por dentro, una úlcera interna de palabras que se clavan como espinas en tu estómago, en tus pulmones...
Aunque no lo creas, te va a sangrar mi adiós.

Como me has sangrado tú, corazón.

jueves, 20 de febrero de 2014

Historias

Hay mil maneras de comenzar una historia y otras tantas de recordar como empezaron otras.
Cuando se acercan momentos de cambios siempre optamos por deshacernos de lo viejo, de lo inservible, de lo que ya no necesitamos para pasar de puntillas por esta vida. Yo he decidido hacer lo contrario, recuperar algo que creía perdido.
Son cosas materiales, por supuesto... Ojalá pudiéramos recuperar algo que añoramos cuando se nos antoje, aunque no sería muy buena idea a la larga.
He desempolvado mi melancolía junto con tus fotos, una pequeña cajita que de improvisto ha hecho saltar todas las alarmas de mi pecho y un par de cuerdas que nunca ataron lo suficiente porque nunca fue lo correcto.
He recordado que no hace mucho esta sonrisa imperfecta se dejaba ver a todas horas a pesar de los complejos y he vuelto a ver los lunares que tanto echo de menos.
Y a pesar de que hay historias que no acaban con los dos protagonistas juntos no necesariamente significan finales tristes. A mi no me hace falta comer perdices contigo para saber que eres feliz.
Hay historias que necesitan ser fogonazos para no poder olvidarnos nunca de ellas y saber que siempre que voltees la mirada te hará esbozar una sonrisa.
Hay historias, como la tuya y la mía, que nunca tendrán segundas partes porque para mi corazón nunca terminó...


martes, 4 de febrero de 2014

Él

Toda nuestra historia se convierte en un mar de recuerdos, de inagotables recuerdos. Recuerdos salados que se nos atragantan en el esófago y nos provoca arcadas que no sabemos controlar.
El amor que yo he sentido por esa mujer es esa clase de amor que hace que pierdas hasta tu identidad por momentos, hace tambalear los pilares de tu seguridad con la misma facilidad que un niño cava un hoyo en la orilla de la playa.
El amor que yo he sentido por esa mujer me ha demostrado lo imbéciles que somos las personas y lo ciertos que son cientos de tópicos que hablan de las relaciones y, al final, no somos tan diferentes...
El amor que yo he sentido por esa mujer apareció y nunca se quedó a medias, creció. Hasta acaparar gran parte de mi casa, de mi cama, de mi ropa... De mi cuerpo. Porque no podemos negarlo, el amor es asi. Aparece, o no. El amor no entiende de errores, no se achanta, no se asusta... No se va en mitad del camino. El amor nace, crece, lucha....y muere.
El que yo he sentido por esa mujer está en fase adulta, en esa etapa en la que sabe que todo lo que pudo hacer ya lo hizo. Dio los mejores ejemplos que pudo y se cegó en luchar por lo que él creía que se merecía.
Creía.
Merecía.
Y a vueltas con él cada noche nos enzarzábamos en una discusión de sobre quienes somos nosotros para dictaminar lo que nos merecemos... Tan tristes, tan vacíos... Tan ciego. Él, yo no. Yo veía cada noche lo que quería, y no era amor. Era mucho, mucho más.
Me quería a mi.
Y pasa como pasa con todo en esta vida, como pasa el tiempo, como golpean las olas en los acantilados moldeándolos a su gusto y placer...
Porque,  al fin de cuentas, el tiempo es como el ir y venir de las olas. Por muy fuerte que escribas en la arena, la marea acaba inundándolo todo.
La paciencia se ahoga, la esperanza entra en paro cardiorrespiratorio y mi corazón vuelve a latir por el dueño de mis mañanas que no es otro que el mismo que se enfunda el pijama cada madrugada.


lunes, 20 de enero de 2014

Cuando

Cuando te digo que no soy como los demás me refiero a que mi forma de meter la pata es única en el mundo. Que, tampoco, nadie podrá provocarte lágrimas tan espesas que salgan del corazón como te las provoco yo. 
Cuando hablamos de personalidad y de que no volverá a pasar por tu vida un amor como el mío, me refiero a que fue tan efímero que si hay uno igual ni te darás cuenta, porque, paradójicamente, seguiré estando en tu pecho.
Cuando me reclamas detalles únicos, de película, te olvidas que hay "tropecientas" mujeres deseando lo mismo, y que el que tienes al lado no entiende de romanticismo.
Cuando me prometes que no volverás jamás a mi lado, lo haces sin darte cuenta de que estoy tan jodidamente enamorado de ti que dormirás cada madrugada arropada bajo mis (a)brazos.

martes, 14 de enero de 2014

Invierno

Las horas que nos retiene el jodido invierno en el sofá, con un chocolate, una manta y sin ti. Que me hiele bajo cero pero que no me faltes tú, aunque sea en fotografía.
Que el invierno reviente los cristales del frio y la lluvia ahogue mis ilusiones pero que cada noche pueda escuchar cualquier sin sentido que lo gana solo por salir de tus labios...
Que me quiten el mar y me pongan nubes, que seguire teniendo los ojos abiertos por si en una de estas te veo cruzar el paso de peatón de mi calle. Que hagan ruido los vecinos, que ladre el perro y maúlle el gato, que si tocas el timbre saldré corriendo a abrirte, y ya sabes que no solo las puertas de mi casa..
Que se pierda el espiritu de la navidad, que ya no hagan regalos sino encargos, que no se colapsen las lineas porque ya no se usan para llamar, que los niños duerman en la madrugada del 6 de enero...
Que mi balance a final de año sea que no hay balance porque apareciste tú y no hay nada que pueda hacerle sombra a tu cuerpo.
Que las coincidencias sigan existiendo, aunque las llamen con otro nombre, y que siga viendote sonreir cada noche que el cielo de Madrid me deja ver las estrellas.
Que siga viajando en frias vías de metal mientras mi corazón arde por no tener quien le apacigüe las llamas y le calme el mono de tu pecho.
Y que muchas distancias sigan fabricando olvidos lejos de mi almohada...

domingo, 12 de enero de 2014

Disculpa

Te pido disculpas por abusar de tu recuerdo. Él se afincó en mi pecho y de ahí no sale. Y te aseguro que no le he pedido que se quede.
Te pido disculpas por echarte, ahora si, a ti de menos. Me colgué de tu lunar y dormí en tus ojos.
Pido disculpas por la poesía mal hecha.
Como mal hago eso de olvidarte, como mal hice eso de quererte. Como mal sigo haciendo eso de sobrevivir solo con tu recuerdo. Todo en exceso es malo, dicen.
Te pido perdón por los abrazos que no te di y por los que te di sin fuerza suficiente para retener tu olor en mi memoria.
Pido disculpas a las mujeres que menosprecié por la única razón de que no fueran tú. Ninguna será como tú, y si la hay que no aparezca.
Pido perdón a los aeropuertos, que han escuchado más reniegos de mi boca que cualquier gilipollas que se me cruzara por delante, ellos no te apartaban de mi. Y los aeropuertos solo escuchan, no pueden dejarte sin dientes. Aunque si lo piensas si que te rompen las costillas.
Disculpas a mi almohada por ahogarla algunas noches con cerveza y con lo que no era cerveza. A mis ideales, por ser tan pesado y querer que mueran conmigo. Aunque deseen irse con aquellos a los que otros dejaron abandonados por unas piernas más largas que las tuyas. Y, de paso, a los principios de aquellas personas que se olvidaron de si mismos por querer abrazar a alguien que los olvidaría cuando acabara la noche.
Disculpas a mi espejo, por ese reflejo.
Y a mi corazón, por haber tirado la llave después de cerrar cuando entraste y de haber perdido los números de las cerrajeras.


Disculpa por quererte. Disculpa por quererme.