sábado, 22 de noviembre de 2014

Contratos

Me hablaste de contratos de
permanencia,
que sellan con un beso,
y se te olvidó el detalle,
de que mi vida tiene vacíos legales.

Como el de tu escote cuando te asomas buscándome.

Como el del final de tu espalda
que invita a cometer delitos
y que nos condenen a muerte.

¡Y qué muerte!

Si dejo de respirar cerca de tu trasero...

Me hablaste de contratos,
que se firman con sangre,
esa que sale del pecho
cuando unos besos no llegan.

Te hablé de las cláusulas
y de las mil formas para validarlas.
Como recorrer a besos desde tu cuello
al sur de tu ombligo
y permanecer ahí hasta que tus manos
vengan a rescatarme.


Me viniste con cuentos vitalicios,
como los de las princesas,
que buscan príncipes que nunca llegan.

Y es que,
hace tiempo corazón,
que mi color azul se esfumó.





miércoles, 12 de noviembre de 2014

No me cabes

Y bueno, si, es cierto.
He cogido unos cuantos kilos estos últimos años.
Quizá por eso ya tu abrazo me queda pequeño, corazón.

Por haber engordado de amor propio
mis mañanas
y cenar el optimismo
que a ti siempre te faltó.

Ya no me cabes, amor.

Te quedo grande
y el ticket ya hace tiempo
que caducó.

Busca algún pobre diablo
en el que quepa tu fina cintura
y tus delgadas ambiciones.

Y no vuelvas más por aquí,
mi pecho se reserva el derecho de admisión.


Mi corazón ya no late por el tuyo, 
amor.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Hace tiempo

Hace tiempo que mis dedos no escriben amor en estas líneas,
ni desamor.

Ni historias que envidiar. 

Hace tiempo que mis dedos no acarician una piel que merezca la pena abrazar,
como si fueran ellos los exigentes y no mi corazón. 
Quizás agotados ya de tanto remar para morir ahogados en la orilla.  

Hace tiempo que mis manos no toman otras y les invitan a escapar a "pontulugarpreferidoaqui" para olvidarse del resto del mundo. 
Y que quieres que te diga, si cualquier fulana puede robarme los calzoncillos y la hombría por una noche y hacer conmigo lo que quiera.

Algunas noches, incluso, lo que no.
Hace tiempo que mis piernas no corren detrás de unas faldas que merezcan la pena guardar en el armario para la próxima vez y desde hace unos meses me duele hasta leerme a mi mismo a oscuras, siendo incapaz de reconocerme.

Como si las líneas que hay escritas más abajo no hubiesen salido de los mismos dedos incapaces de convencer(la) de que puedo quitarle el frío en las duras noches de invierno.