martes, 21 de julio de 2015

Es la hora.

Es hora de creer.

Es el momento de ponernos
la sonrisa en la cara,
un beso donde tú quieras,
la ropa que sobre donde prefieras.

La hora de abrir las alas,
de no dejar que nos arranquen las plumas,
de escribir para sanar,
la hora de esos versos que cicatricen,
y también de los besos.

Es hora de crecer.

Ponernos de puntillas frente al espejo,
guiñarnos el ojo,
sentirnos más fuertes, más libres, más guapos.
Pisar fuerte cada baldosa,
hundir los pies en la arena,
escalar acantilados,
calcar los tuyos en las sábanas.

Y no cambiarlas.

Es hora de creer que podemos ser lo que queramos ser.

lunes, 20 de julio de 2015

Sin Rastro.

Bórralo todo.

Pon patas arriba tu memoria, tus recuerdos y bórralo todo.

No dejes ni rastro de las personas que han pasado por tu vida para pisotearte.

Que te han usado como puching-ball,
como papelera emocional,
como amparo del pasado.

Deshazte, incluso, de cualquier rencor. Hay algo que han hecho jodidamente bien; ayudar a que te dieras cuenta del verdadero valor de quienes están contigo de verdad.

Y que lágrimas derramamos todos.

Que dolor, tenemos todos.

Miedo, todos.

Complejos, todos.

Pero quedamos algunos que un acto de insensatez creemos que cualquier persona es merecedora de que te desprendas de ellos cuando estas a su lado.

Y no, no todos merecen que te desnudes de esa forma.

Yo comencé a creer que ella era merecedora de esto en una tarde ventosa de agosto y otra noche ventosa, esta vez de julio, me di cuenta de que estaba completamente equivocado.

Después de muchos abrazos rechazados y chantaje emocional barato. Después de lanzar cuchillos con una verdad tan grande como el amor que yo siento por ella.

Prometo no volver a escribirle. No volverá a inspirarme.

Pero sigan queriendo, y sigan haciéndolo bajito.



miércoles, 15 de julio de 2015

Eres

Siempre apareces en el segundo renglón de mis relatos,
Eres como el verbo del que abuso,
la redundancia de mi vida,
mi camiseta preferida,
mi juego de sábanas predilecto.

Eres la piedra de mis heridas
y el alcohol que le sigue.
La venda.
El betadine.

Eres la suerte que a veces toca
y luego se desvanece.
Como el anzuelo de un abismo,
el queso de una ratonera,
el silbido en un callejón sin salida.

Ese poema sin erratas.

Una prosa sin pausas.

Y, por supuesto, la canción que elijo cuando decido irme a dormir.

Unas veces desdicha,
                         gloria,
                         y paz.


martes, 7 de julio de 2015

Méritos

Mira la noche, que bonita está,
y otras por ahí desaprovechando estrellas,
eligiendo nubes con lluvia,
horizontes sin mar,
y caricias vacías.

Siento paz cuando me apoyo en mi muro y miro al cielo,
nadie puede romperlo.

Nadie. 

Y tú, menos.

Cuantos hombres renegando por mujeres como tú,
descuidando a verdaderas 'princesasreinasocomoquierascatalogarlas'.

Que son más bonitas por dentro.

Se moja mi ojo izquierdo, 
no eres tú, soy yo.

Me merezco un corazón más bonito con el que reír. 

Y llorar, 
y ver pelis enrollados en una manta,
haciendo de cualquier día de la semana domingo.
Y que alguien nos venga a rescatar de debajo de las sábanas, si pueden. 

Merezco un corazón más fuerte con el que luchar de la mano,
con el que espantar miedos.

Quizás ese fue tu problema, solo sonreías por fuera,
y aunque preciosa,
por dentro te pareces más a Cruela.

Y a pesar de que el reloj ya casi ha dado la vuelta,
no, amor, no te mereces tener a tu lado un corazón como el mío.

Demasiado grande,
demasiado blando,
demasiado acogedor para alguien que no sabe acurrucarse. 


Y pasa frío, mucho. 
No mereces que nadie venga a rescatarte.

Te escribo
                 desde el amor
                                       que siento por ti.
                                             tú maltrataste.

jueves, 2 de julio de 2015

Paz

Ya hace tiempo que no salgo despavorido, aunque la situación comience a adquirir un color grisáceo propio del peor de los inviernos. De la peor de las lluvias.
Fue hace mucho la última vez que llovió aquí dentro, la última vez que tuve que recoger mis pedazos del suelo, barrer, colocar mis espejos que, aunque no reflejan lo más bonito de la casa, consiguen que me vea bonito por dentro.

Afuera llueve, por cierto.

Pero aquí dentro hace tiempo que escampó. Hay truenos, algunos relámpagos y, de vez en cuando, se funden los plomos y me quedo a oscuras. Pero, insisto, ya no salgo corriendo.

Abro los ojos, miro al techo y en ese momento se convierte en mi particular firmamento. Desde hace unos años siempre me acompaña una estrella y luego, además, tengo pequeños planetas donde he respirado el aire más puro posible.

Escucho los truenos y sonrío. No me asustan, no me sobresaltan.

Hay paz en mis sábanas.

Por fin hay paz en un universo que nunca quiso guerras.