jueves, 19 de noviembre de 2015

Defensa Propia.

He atacado a tu memoria,
jugado al frontón con tu recuerdo,
pisoteado tu autoestima,
y ofendido a unas cuantas mujeres que no conozco.

Y no me siento orgulloso.

He borrado tus huellas,
deshecho la cama con otras,
olvidado tu voz
y susurrado en otras nucas.

He querido durante un rato.

(Varias veces).

Le he hecho pagar a alguna buena mujer
todo ese vacío que tú me brindabas.
No me vi justo,
no me vi hombre.
Y las abracé en un adiós
que todos agradecimos.


Y ahora me abrazo fuerte.
Tan fuerte,
que miro a mi lado
y la adivino orgullosa.

Tan fuerte,
que sus ojos verdes
deciden quedarse a dormir.

sábado, 14 de noviembre de 2015

París

Han apuñalado al amor en París,
han explotado su hogar,
secuestrado a sus fieles,
jugando a ser dueños
de la vida de la gente.

Han apuñalado al amor en París,
han regado de miedo los corazones,
han abarrotado de pánico las calles
otorgando la autoridad
a un dios mal venerado.

Los profetas alzan la voz,
las armas,
las bombas,
la violencia.
Y París sangra.
Europa abre los ojos.
Y Oriente susurra:

"¿Ahora si duele?"

Han apuñalado al amor en París,
y ahora Europa llora un poco más,
entiende un poco más,
sufre un poco más,
abraza menos
y el derecho a la vida disminuye
a cifras históricas.


Han apuñalado al amor en París
y la sangría de fe en el ser humano
se convierte en irreparable.


martes, 3 de noviembre de 2015

Pienso fuerte

Pienso fuerte de madrugada en esos errores que nos traen de cabeza, nos torturan el sueño y nos impiden subir la barbilla. Pienso fuerte y analizo cada matiz del tropezón; la amplitud de la piedra, lo hermosa que pudiera ser la misma o, incluso, si ya nos habíamos visto las caras antes. De ser así, ¿quién cojones la puso ahí de nuevo? ¿Yo?

Pues chico, puede ser.

Y eso es uno de los matices que más nos cuesta admitir. Aceptar que las heridas que hacen que brote la sangre, y lo que no es la sangre, son culpa únicamente nuestra. 

Pienso fuerte en quienes olvidan los tropiezos y quieren creer que allí no hubo ninguna piedra, que solo fue un escalón. Vale, de acuerdo. Pero no te olvides del escalón, ni de su grosor, ni de cuantas vueltas te hizo dar cuesta abajo. Pienso fuerte porque nunca se me ha dado bien olvidar los errores que un día me hicieron trizas. Ni los ajenos ni, mucho menos, los propios. 

Y tengo piedras, escalones, riscos, zanjas y saltos al vacío sin paracaídas. Un experto en la materia.

Pienso fuerte y vienes a visitarme. No debería tener tan buena memoria. Pero tampoco me gustaría tener la tuya, amiga mía. Tan selectiva y mordaz que a veces da miedo. Otras, pena. Quizá la vida te enseñó a ser así, no te culpo. Todos tenemos nuestros trucos para creer, en algunas ocasiones, que no hacemos el daño que realmente infligimos. 

Pienso más débil, me abraza el sosiego y sé que con las heridas que tengo nadie volverá a doler como tú. Quizá más, quizá durante más tiempo. Pero no como tú. 

Pienso calmado y comprendo que, para amar bien, hay que tener el corazón fuerte y la memoria sana.