sábado, 3 de diciembre de 2016

De esos tipos

Yo era de esos tipos que salía corriendo
despavorido,
asustado,
de los que guardaba el coraje para otros asuntos
y me acongojaba frente a unas faldas.

Era de esos que evitaba los escotes,
miraba a los ojos
o a la esquina superior del cuarto
o a las nubes
o a ninguna puta parte.

Yo era de esos tipos.

Hasta que apareció ella.

Y ya no evitaba su escote,
seguía mirando sus ojos,
pero ahora contaba todos sus lunares
y me aprendí la gama de colores
de todos sus sujetadores.

Yo era de esos tipos que echaba a correr,
hasta que apareció ella
y empezamos a conjugar
ese verbo
de una mejor manera.
     la

sábado, 26 de noviembre de 2016

¡AHORA!

Hemos estado tanto tiempo siguiendo reglas, actuando según dictan aquellos que no se enfundan nuestras pieles, que nos hemos olvidado de nosotros mismos. 

De seguir nuestros instintos. 

De saltarnos la vereda.

De atajar. 

Hasta de perdernos. Joder. 

Llevamos mucho tiempo caminando con una cuerda atada a la cintura, para que no nos salgamos del camino establecido. 

De lo que debemos hacer. 
De lo que no. 
Del bien y del mal. 

Llevamos demasiado tiempo imitando las vidas de otros, pudiendo hacer grandísimas cosas por nosotros mismos. 
Y no te hablo de hacer historia y aparecer en los libros;
te hablo de no amedrentarse,
de no acongojarse,
de ahuyentar miedos,
fantasmas,
rencores,
y de arriesgar. 

Sobre todo, arriesgar. 

Rompe las reglas, las directrices.

Y ve a por lo que quieres. (Y mereces)

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Ave Fénix

Ojalá un incendio.
Y, cual Ave Fénix, renacer.
Soplando las cenizas del recuerdo
de aquellos que dejaron de regar.

Ojalá el viento, ayudándonos
a despejar las impurezas de vidas pasadas,
las cicatrices de corazones pasados,
de los abrazos vacíos
y los besos que nunca llegaron.

Desplegar las alas sin miedo con los primeros pasos,
llorar sobre las heridas
de nuestros tropiezos
y curar el rencor.

Ojalá un incendio.
Sacudir el polvo,
echarnos unos cuantos,
y que nunca
te canses
de querer volar.


lunes, 24 de octubre de 2016

Breve. Parte II

Hoy vuelvo a ser breve;

Solo quiero que entiendas
que cuando te aparezca un trébol de cuatro hojas
la suerte
(siempre)
será del trébol.

Por aquello de caer en tus manos.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Roja

Esto no es una historia de amor.

Pero, ¿no les pasa?

De pronto se planta una melena roja,
rizada,
como una metáfora.

Me da vueltas la vida.

Y el pecho.

(Que, para ser francos, es lo mismo).

Dice tener fe en mi piel
y que mis ojos brillan.
Brillan mucho.
Por eso de la herencia materna, me dice.
¿Cómo le explico que brillan porque es ella la que fija su mirada en la mía?

Me dice que ser cobarde e impuntual suele ser siempre lo mismo.

¿Cómo le digo que tengo miedo a llegar antes de que ella coja ese avión a la otra punta del país?

Esto no es una historia de amor,
solo es alguien
que le escribe
a esa melena roja.

Y que, en un silencio atronador, sueña con que esos rizos
se conviertan
en la montaña
rusa
de
su
vida.

viernes, 2 de septiembre de 2016

La noche

Te diría que vinieras esta noche,
que te pusieras guapa.
Que no emplearas más de cinco minutos en ello,
que la piel libre de teatro es el más bonito de tus trajes.

Te diría que me cogieras la mano,
que no mires al suelo.
Hoy vamos a ser valientes.
Voy a fiarme de ti,
vas a fiarte de mí.
Y las piedras se apartarán de nuestro paseo calmoso sobre la orilla.

Te diría que me besaras esta noche,
como si no hubiesen más noches.
Por si la mañana de mañana deja de ser.
Y a dejar de ser me refiero a que tú no estés.

Te diría que vinieras esta noche,
que me abrazaras fuerte.
Como lo hiciste aquella noche,
que fue esa noche,
justo esa,
en la que uniste todos mis pedazos.

Y me hiciste comprender que yo nunca fui tanto,
tan yo,
hasta que tú brotaste.
Como brotan las flores más bonitas de los jardines;

Eclipsándolo todo.

sábado, 20 de agosto de 2016

Oye, me encantas.

Seas como seas,
debes tener fe.

En lo que eres.

Llegará alguien,
un día,
que te diga,
'oye, me encantas'.

O, mejor aún,
te lo hará saber.

Sin decirte ni una sola palabra.

martes, 16 de agosto de 2016

Tu verdugo

Llegará un momento en el que el tiempo deje de ser tu aliado
y se convierta en algo más:
en el villano,
en tu enemigo,
en tu verdugo.

Llegará un momento en el que la puerta de tu hogar solo la abrirán tus manos,
y el sofá no abrazará otras pieles.

Y te preguntarás porqué.

Y quizá con el tiempo,
cuando éste sea el villano,
tu enemigo,
tu verdugo,
lo entiendas.

Solo quizá.

Mira que nos ha robado vida ese cabrón.

Porque le has dejado llaves,
tal vez,
a quien no entendía esta cerradura.

Pero, ojalá con el tiempo,
antes de que éste sea el villano,
nuestro enemigo,
nuestro verdugo,
no sea tarde,
y la cambies para siempre.




lunes, 25 de julio de 2016

Desierto emocional

Sí.

Sí, amor. Ando solo.

O, mejor dicho, ando en soledad. Que parece, pero no. Nunca es lo mismo.

Ando en soledad. Avanzo en soledad. Me quiero en soledad.

Limando asperezas conmigo mismo, con sonrisas selectivas. Por no espantar.

Podando las consecuencias de mis errores.

Aunque aquí hace tiempo que no florece nada.

He dejado de regar. Y el sol castiga.

He dejado de perseguir espejismos en este desierto emocional que se ha convertido el conjunto de huesos, vísceras y trastornos que llevan mi nombre y apellidos.

Sí, amor. Echo de menos tu sudor en mis sábanas.

Pero no a ti.

Nunca más a ti.

Sí, amor. Se puede echar de menos aquello que no quieres de vuelta.

Y sí, (des)amor.

Duele.


domingo, 10 de julio de 2016

¿Cuándo?

¿Cuándo acaba todo?

Quiero decir, ¿cuándo nos damos cuenta de que la persona que nos destapa por las noches arrebatándonos ese trocito de sábana(y algo más) ya no es la persona que queremos que nos arrope?

¿Acaso el final de todo llega cuando ya no nos hormiguea el estómago? Cuando comenzamos a sentir esos encuentros como algo mundano, y no como la salvación que supone verla a cinco centímetros de ti.

El silencio ensordecedor en esas cenas, o un paseo donde las manos no palpan piel, sino tecnología.

Ahí es donde debes comenzar a tener miedo.

Miedo, no a que termine esa historia.

Miedo a que esa historia termine contigo.

¿Me entiendes?

Cuando ese miedo aparece nos volvemos fríos, nos parapetamos en una falsa creencia auto-impuesta de que estamos solos porque nadie nos sabe querer.

Nadie. También nos incluye a nosotros.

Porque si hay algo de lo que uno nunca debe de olvidarse es, precisamente, de quererse bien.
De quererse bonito.
De quererse fiel.

viernes, 3 de junio de 2016

Apaga las velas

Un día te desvelas, miras el reloj y te das cuenta de que es demasiado temprano. Las calles todavía duermen iluminadas por la luz artificial y el silencio se apodera de las carreteras. Intentas conciliar el sueño pero lo único que consigues es que aparezcan, de pronto, muchas cuestiones que de golpe sacuden la paz interior que tantos meses te ha costado lograr. 

No hay guerras, no hay bombardeos, no hay trincheras. Simplemente tienes frente a ti varios caminos por los que transitar en tu futuro más próximo. Y debes elegir.

No resulta nada nuevo para ti, ya has estado en esta situación y has tomado las decisiones correctas. Aunque, en alguna ocasión, habías optado ciegamente por un sendero sin tener bien claro que serías capaz de atravesarlo. 

Pero lo lograbas, siempre lo lograbas. Al fin y al cabo, todas esas manos que te ayudan son una buena base donde apoyarse. Siempre has sido un tío con suerte en ese sentido, y nunca entenderás porqué. 

De todos esos caminos que aparecen, hay uno que parece bastante arduo. Pero excitante. Muy excitante. Y tú ya sabes que no eres muchacho de rutinas. Que te aburres fácilmente, que necesitas algo que te mantenga vivo, que te mantenga alerta. Da igual lo que cueste, lo duro que sea, mientras te exprima y saque lo mejor de ti estarás completo. Realizado. Y la meta es algo que ni si quiera oteas. Solo te centras en el camino. 

El camino, lo importante que es disfrutar de las vistas y lo mal que lo hacemos los seres humanos en afanarnos con llegar de cualquier manera y cuanto antes. Todo rápido y mal. 

Por todo esto y aunque me cueste, esta será, probablemente, la última entrada de este blog en bastante tiempo. No lo cerraré, no lo perderé de vista y seguro que se irá llenando poco a poco de borradores 'apilados' en su memoria que algún día verán la luz. 

Pero quiero ponerme a prueba, quiero medirme a mi mismo y, como pasa con los estudiantes y algunos trabajadores(como yo) que abandonan su nido para labrarse un futuro por un tiempo, necesito levantar los pies del suelo.

Desplegar las alas... ¿Y si caigo?

"Ya nos recompondremos". :)

viernes, 20 de mayo de 2016

Reseteo carnal

Desmemorizar a mi piel,
desmembrarla.

Escamarla,
borrar el rastro de la tuya impregnada en mi epidermis.

Fumigar todo el sudor que absorbieron mis poros
hasta que no quede nada.

Resetear mi piel.

Aprender de cero a acariciar,
a coger unas manos sin púas,
sin clavos.

Quitarle el miedo a mis piernas para que vuelvan a confiar y no tiemblen.
Que vuelvan a entrelazarse bajo las sábanas sin pavor.

Reseteo carnal.

Tu olor que mana de cada herida que sufro,
que me devuelve a los infiernos
que me bota al suelo
y me revuelca
y me desangra.

Tu olor mezclado con el suyo.

Sin dejar que me empape de sus abrazos.

Desmembrar mi piel,
hasta la última de sus capas.

Y terminar desnudo.
Con una piel joven,
brillante,
intacta,
sin heridas.

Dispuesto a sangrar, de nuevo.

Dispuesto a sangrar, ahora, por otros huesos.

jueves, 19 de mayo de 2016

¿Qué le vas a decir al mundo?

¿Y qué le vas a decir al mundo?

Que los días de lluvia no salías de casa por miedo a empaparte, que paseabas por la vida tapado hasta las cejas. Y no hablo de jerseys ni chaquetas. Que vivías agazapado por si una racha de viento te empujaba a unos brazos que acabarían doliéndote bien adentro y bien fuerte en tu descuidado vientre.

Dime, ¿qué le vas a decir al mundo?

Dirás que mejor pies de plomo, pasito a pasito, más vale pájaro en mano que ciento volando. ¿Y si el pájaro de tu vida quiere que vueles con él?

Que despegues los pies del maldito suelo.

Que vueles.

Que acaricies las nubes.

Y si te caes, te recompones.

Reseteo emocional y carnal.

Y ahora, ¿qué le vas a decir al mundo?

Corre detrás de unas piernas, da igual que los semáforos estén en rojo. Que te piten, que te atropellen. Serás capaz de esquivarlos a todos. Coge un avión, vete a un portal. Llama al telefonillo y que te llamen loco. O estúpido. Que te llamen lo que haga falta. Pero vive.

Hazte ese favor.

Vuela.

Acaricia las nubes.

Que si te caes, yo estaré aquí.

Y ya nos recompondremos.

viernes, 6 de mayo de 2016

Conmigo

Me quedo conmigo.

Sí.

Con todo lo que me rodea, con todo lo que me rellena.

Que es mucho.

Y no solo me refiero a lucir "como luce una soga cuando en medio tiene un nudo" que diría Ricardo.

Me quedo con mis aciertos, con mis triunfos, con mis volantazos justo antes de caer por tantos y tantos precipicios. Con mis retiradas a tiempo que no solo fueron victoria sino, sobre todo, salvación. Con mis madrugadas llenas de letras, mías y de otros muchos que también saben llegar. Y mejor. Y más bonito. Con esas canciones que tienen llave visceral. Ustedes saben de qué canciones hablo. Todos, sin excepción, tenemos ese par de canciones grabadas a fuego en cada uno de nuestros cinco sentidos. Da igual cuándo, cómo y con quién las escuches, siempre te trasladarán al lugar y la ocasión que dejaron de ser simples melodías para convertirse en despertadoras emocionales.

Me quedo con mi valor, que no es mucho. Poniéndolo en perspectiva cualquiera es valiente con las manos que a mi me sujetan. Me quedo con ellas sobre todo por la fuerza con la que me dan esos tirones de oreja necesarios para abrir los ojos en el momento adecuado.

Familia, amigos. Para mi son héroes.

Me quedo con mis taras. Abrazo y mimo cada uno de mis defectos. Por ellos yo he aprendido, por ellos yo he crecido.
El no retorno de mi paciencia cuando se pierde. El defensa propia que me acompaña desde la primera vez que vi peligrar mi autoestima. Los tropiezos, las verdades a medias por no hacer daño, o para hacerlo.

A pesar de todo, me quedo conmigo. Sabiendo que volveré a doler. A otras personas. A mi mismo.

Sabiendo que ella es conocedora de por donde estoy resquebrajado y quiere sostenerme mientras soy yo,
y solo yo,
el que se reconstruye.

domingo, 24 de abril de 2016

Deseo

Hoy soy breve;
he visto una estrella fugaz.



(Ojalá la vida fuera una calle 
 repleta de personas como tú).

domingo, 17 de abril de 2016

Ella

Te lo digo.

Esa mujer me pone burro.

Y no son necesarias faldas cortas, ni escotes de vértigo.

Ni espaldas al descubierto.

Ella no necesita nada de eso para volverme loco.

Es solo su forma de hablarme, su manera de escucharme.

Y lo que lee.

Es mujer de intelecto.

Mucho más del que yo pueda llegar, si quiera, a imaginar.

Aprendo de ella hasta viéndola andar y como mira al frente.

Con la seguridad de ser tan fuerte y tan autosuficiente que no me necesita,

ni me necesitará nunca en su vida.

Pero me quiere en ella.

Y te digo algo,
no hay nada más bonito
que te quiera, sobre todo bien,
quien no te necesita.

Porque querer por necesidad es sencillo.

Lo hacemos a diario. Con todo. Todos.

Ahora piensa. Ahí está el error más grande del ser humano.

Querer un corazón porque lo necesitas en tu vida.

¿Y el tuyo?

Ella es mujer de intelecto.

Y sabe que no es mi corazón el que necesita para ser feliz,

porque ya nació con uno bien fuerte.

Ahora lo único que quiere es que le hagan reír.

Y sí, aunque no sé muy bien porqué, me ha elegido a mi.

martes, 5 de abril de 2016

57

Hay cincuenta y siete velas iluminando hoy el jardín de casa.

Felicitando a la estrella más brillante de mi firmamento su cumpleaños.

Cincuenta y siete rosas, sin espinas,
siendo la metáfora más acertada de su belleza.

Cincuenta y siete primaveras llenas de inundaciones,
de terremotos,
de huracanes.

Y en todos fuiste la heroína.

En todos luchaste valiente,
con capa,
sin ella.

Con superpoderes,
sin ellos.

Incluso después de decidir que ya era suficiente luchar con los pies en tierra firme.

Has seguido batallando desde ahí arriba,
amenizando los ratos libres con tus crucigramas
y sopas de letras.

Pero quizá lo más jodido del paso del tiempo,
de que hoy no soples ninguna vela,
de no tener ninguna rosa preparada para que tu puedas oler y disfrutar,
lo más jodido de todo esto
es que ya son más los cumpleaños que tengo que felicitarte mirando a las estrellas
que los que pude hacerlo desde los pies de tu cama.



V.IV.MCMLIX

miércoles, 30 de marzo de 2016

Ligero

Es como si la gravedad no me afectara como al resto de planeta, 
como si hubiera perdido los kilos de más que todavía se reflejan en el espejo.

Perderlos por dentro, me refiero.


Ya no cargo con su recuerdo, 
ni con el mío de su mano. 
No hay rencor por aquel dolor, 
ni rencillas por lo que pudo ser y alguien dinamitó.

Ahora camino más ligero, 
le sonrío más a las cosas mundanas que me pasan a diario y he dejado de pelearme con el destino por ser tan cabrón.

Realmente él solo me pone las piedras. 

El que se equivoca abrazándolas soy yo.

Es como si después de todo soltar el lastre significara dejar de mirarla a los ojos como nadie más lo hacía.



miércoles, 16 de marzo de 2016

Después de ti

Después de tu condena emocional,
de esa prisión sin barrotes que era tener tu olor en cada baldosa de casa,
en cada centímetro cuadrado de las sábanas
y esos mechones que se desprendían entre los cojines del sofá.

Después de mi exilio sentimental,
de huir de camas ajenas,
de repudiar cualquier piel que no fuera la tuya,
de faldas que nunca llegué a subir
y sujetadores que no supe desabrochar.

Después de todo esto llega mi recuperación moral.

Mi ego restaurado, aunque pequeñito. Ínfimo.

Pero me sirve, me da, me sustenta para vivir.

Ni músculos, ni sonrisa de anuncio. Y mi altura deja mucho que desear.

Después de nuestra tercera guerra mundial ya no nos quedó planeta.

No nos quedó mar,
ni montañas en las que recostarnos mientras anochecía.

Y quiero darte las gracias, 'amor'.

Por torpedear toda mi ciudad,
por resquebrajar los cimientos de mi vida.

Por ayudarme a descubrir un puto universo lejos de ti.

Ahora el aire no contamina, es puro.

Y la estrella que más brilla abraza estuosa todo mi alrededor.

lunes, 14 de marzo de 2016

Viceversa

De repente, un volantazo.

Que te lleva fuera de la carretera, que te introduce en el camino correcto.

¡Qué paradoja!

De repente una ola rompe en tus caderas,

y mis pantalones se quiebran por dentro

al mismo ritmo que mi pecho.

De pronto emerges,

floreces,

iluminas.

Y no marchitas.

Joder, ¡y no marchitas!

De repente el cristal empañado del coche,

y los dos sudando,

empapados,

sin taparnos.

Enfermamos el uno del otro,

y no,

no hay mejor tratamiento

que tú encima de mí

o

viceversa.

sábado, 12 de marzo de 2016

A(ma)RTE

Voy a hacerte pagar todos los platos rotos de mis historias pasadas,
todas las lágrimas,
las noches en vela,
los desplantes,
las ausencias.

Le voy a cobrar a tu piel todo lo que otros corazones no supieron cuidarme ni arroparme, todo ese frío que se me calaba en los huesos en pleno agosto. Todo ese desdén de cada abandono en cada portal, en cada andén, en cada terminal de aeropuerto.

Vas a pagar por todas las veces que mi voz se apagó, por todas la veces que se cansó y avistó causas perdidas donde mis ojos solo veían esperanza. 

Vas a pagar por todas las sábanas a las que prendí fuego por no desprenderse del olor que guardaban.

Y no será injusto. 

Porque te voy a brindar todo el amor que otra pieles desaprovecharon.

Porque si has decidido quedarte a dormir al lado de un alma con tantas magulladuras es porque, realmente, mereces que todo ese rencor que de a poco iba consumiéndome se convierta en fe.

Fe.

En ti.

Borrando de mi epidermis las huellas y cicatrices de otras guerras, sin tiritas, sin vendas. 

Con fe.

En tu boca.

Apartando el miedo a los dejavú.

Con fe.

En tus manos.

Y queriendo de nuevo sin filtros, sin topes, sin frenos. Apostando todo al negro de tu melena. 

Con fe.

En nosotros.

Vas a cobrarte todo el amor que tengo guardado
se me antoja
poca cosa
para el arte que
significa ver
brillar
tus 
ojos.

miércoles, 9 de marzo de 2016

De lejos

Me miró,
me mimó,
me recompuso,
me reprendió,
me abrazó.

Me miró como nos miran quienes nos quieren aprender, desde la más bonita de nuestras risas hasta el más oscuro de nuestros secretos.

Me mimó como nos miman quienes no se preocupan del tiempo. Como lo hacen quienes ven en nosotros el frío que nos falta y no el calor que ellos añoran.

Me recompuso como lo hacen quienes no esperan que te quedes después, a sabiendas de la cantidad de injusticias que un corazón maltratado puede cometer con quienes intentan ponerle tiritas. 

Me recompuso con oído y corazón, sin juicios.

Me reprendió como lo hacen las madres, viendo en nosotros todo eso de lo que somos capaces y no logramos.

Y me abrazó de lejos, probablemente sin ella saberlo. 

Me abrazó tan fuerte que, desde entonces, yo ya no quiero soltarme.

martes, 8 de marzo de 2016

Suertes

He vuelto sobre mis pasos, ahora menos pesados, más libres, más firmes, para quizá mirar con otro prisma toda la rutina que me rodeaba hace poco más de 365 días. 

Y he sonreído. 

En aquellos días los raíles de metal y la contaminación torpedeaban mi vida de una forma tan abismal que me impedían ver un poquito más allá. Justo eso que es lo que a mi me gusta. Alongarme a la vida, asomarme con riesgo al balcón. Me quedaba detrás de las cortinas y pocas veces fui capaz de ver atardeceres entre edificios que pudieran ser artífices de alguna historia que mereciera la pena contar. 

He tenido la suerte de poder juntar mis dos mejores relatos. De reunirlos en una mesa, rodearlos de cervezas y disfrutar de dos mundos que, apreciándolos bien, se complementan de tal manera que me vuelvo a cuestionar si los merezco. 

Y llegará el día en el que, seguramente más viejo, con alguna cana en el pelo o algún problema irremediable de calvicie, me diga a mi mismo que todo esto que nunca pude entrelazar eternamente me dio la vida en dos lugares antagónicos. 

Y esa será mi mayor, y mejor, suerte;

Tener un tesoro a cada lado del océano Atlántico. 

domingo, 28 de febrero de 2016

Andrés

He visto cantar a Andrés, de nuevo.

Y como si fuera la primera vez.

Como cuando te enamoras cada mañana de la mujer que se despereza al otro lado de tu cama, como cuando se emociona el niño cada día 6 de enero.

He visto hacer arte a Andrés, de nuevo.

Y uno, que de vez en cuando se cree artista durante cinco minutos, llora mientras escucha Rosa y Manuel. Y la mano que me sostiene al lado sabe que solo Andrés es capaz de poner a hervir mi corazón con un fuego que sigue luchando por no apagarse.

Ella que cada día nos recordaba cuan fuerte podíamos llegar a ser.

Ella que cada noche nos recordaba cuantos sueños podríamos convertir en realidad solo con una pizca más de coraje.

Ella, una de las mujeres de mi vida.

He visto a Andrés conquistar una sala, de nuevo.

Corazones, risas, lágrimas, abrazos. Todo era suyo.

Y, como siempre, al acabar lo hizo nuestro.

Gracias, Andrés.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Oscuridad

Llevo tres horas sumido en la oscuridad de mi hogar, ayudándome de una linterna y dos velas que están a punto de exhalar su última llama. Aferrándose a esa mecha, como si quisieran resguardarme del viento que azota con fuerza todas las ventanas de mi casa. 

Mi gato tiene miedo, o adivina el miedo en mis ojos. Lleva casi tres años conmigo y todavía no sé si soy yo el que le protege o, en cambio, es él el que viene a brindarme apoyo cuando sabe que lo necesito. Y cuando no, también. Me transmite el amor que un ser humano necesita cuando ha comenzado a perder la fe en las personas. Nuestras mascotas nos ayudan a no darnos por vencidos, de eso estoy seguro. 

Llevo tres horas de paz forzada, de silencio. De calma. Porque a veces es tan necesaria como respirar, aunque no recurramos a ella sino cuando estamos a borde de un precipicio. 

Quizás esa calma fue la que me faltó para decir adiós cuando todavía no era demasiado tarde. Por la incertidumbre y el miedo a echar de menos a alguien que me echaba de más. Por creer, cual necio, que podría controlar esta sinrazón. 

Una vez más, me equivoqué. 

Como lo he hecho tantas veces. 

Estoy tranquilo, sereno. Ese lastre que me encogía el pecho y provocaba que no apreciara el reflejo de mi espejo ya no está.

Soy mucho más. 

A veces solo es necesario un rato de oscuridad para darse cuenta de todo lo que uno es capaz de brillar. 

Y no dejen nunca que nadie les ahogue el brillo. 

sábado, 30 de enero de 2016

Bloqueo emocional

De a poco has ido cogiendo una extraña forma inerte, que te impide ver más allá de las risas que te provocan los demás, como si ya no hubiera nada que despertase en ti la pasión de antaño.

Paseas por la calle sin saber muy bien a donde vas, ni lo que buscas. Y, sobre todo, no tienes ni idea de lo que quieres encontrar. 

Quizás a ti, de nuevo.

Sigues escuchando la misma música de siempre, sumando algún tema que de improvisto ha aparecido para torpedearte las madrugadas. 

Y las mañanas.

Y las tardes.

Y las noches.

Como si no tuvieras suficiente.

Has vuelto a ver películas románticas. Sí. Justo ahora que has dejado de creer que todas esas mierdas existen. 

En el fondo nunca dejas de creer, pero bueno. Te intentas engañar. 

Y así prosigue tu vida, mientras intentas arreglar el desaguisado que provoca el paso del tiempo en personas que te lo han dado todo durante toda tu vida.

Pero por algo, o por alguien, ya no hay hueco para nada más.

Ya no te emocionan unos ojos,
ni unas manos,
ni unas piernas andando delante de ti dejando huellas en la arena de la playa.

Ya no hay ningún corazón que te erice la piel.

martes, 12 de enero de 2016

Espejismo sentimental

Ahí estaba yo, abandonado en mi particular desierto. Sin prisas. Sin el agobio del que no encuentra agua, ni comida. Sin la presión del silencio que aporreaba mi pecho cada noche.

Solo.

Con una soledad elegida a dedo. De esas que uno acoge para quererse un poquito más y, sobre todo, mucho mejor. De esas que uno necesita para crecer un poquito más, vivir mejor, abrazar mejor... Todo iba a mejor.

Hasta que apareció un oasis.

En mitad de aquel desierto, un lago enorme de ilusión que aparecía para saciar una sed que, en realidad, nunca tuve. Palmeras para cobijarme del fuego que suponía cargar conmigo a cuestas bajo la luz del Sol. Sus hojas, para abrigarme del frío cuando la Luna se alzaba al anochecer.

Me creí dichoso.

¿Qué hacía yo antes de ti?

Saber vivir. Saber mirar hacia delante. Quitarme el frío con mi amor propio que, aunque no lo creas, un día me sustentó.

Me creí afortunado.

Y resultaste ser un espejismo sentimental de esos que hacen trizas.

Ni lago, ni palmeras, ni sus hojas.

Resultaste ser más arena. Más desierto.

Un organismo inerte.

Incapaz.