despavorido,
asustado,
de los que guardaba el coraje para otros asuntos
y me acongojaba frente a unas faldas.
Era de esos que evitaba los escotes,
miraba a los ojos
o a la esquina superior del cuarto
o a las nubes
o a ninguna puta parte.
Yo era de esos tipos.
Hasta que apareció ella.
Y ya no evitaba su escote,
seguía mirando sus ojos,
pero ahora contaba todos sus lunares
y me aprendí la gama de colores
de todos sus sujetadores.
Yo era de esos tipos que echaba a correr,
hasta que apareció ella
y empezamos a conjugar
ese verbo
de
la