jueves, 1 de abril de 2021

Primavera del 59

Con certeza solo sé que transcurría un domingo,

el primero de abril, el tercero de aquella primavera.


Desconozco si llovía,

si al cielo lo cubría una densa calima,

o si el sol abrazaba como luego lo haría ella.


Sé que empezaron a florecer los jardines,

que se llenaron de rosales los parques,

y que la Luna sonreía.


Empezaron a susurrar las estrellas, fijándose en ese corazón de tez pálida que ese domingo nacía.


Siempre la quisieron como compañera,

como para no hacerlo,

sabiendo que su brillo nunca se apagaría.


Se empeño la vida en derrumbarla.

Se empeño el olvido en hacer con ella lo que la marea hace en la orilla,


En 

vano.


Con certeza sé que nadie amó a un corazón como el suyo,

ni acarició una piel como la suya,

ni aprendió tanto... 

Tantos años,

siendo un recuerdo inmaculado.


Desconozco si alguien logró paliar su ausencia jugando a equivocarse

mucho me temo

que fue un intento fallido

y en su alma perdura el invierno.


Con certeza sé

que aunque ahora el aire es denso, como si una calima perpetua cubriera mi vida,

es su recuerdo el que abraza como lo hace el sol mi tez pálida.


Con certeza sé,

que su herencia siempre fue poder recordar su presencia, aunque se ausencia esté a punto de cumplir la mayoría de edad.