lunes, 12 de mayo de 2014

Incertidumbre

Aquello fue lo que les hizo quedarse el uno al lado del otro.
La incertidumbre de no saber qué puñetas pasaría el día que ella no sudase esas sábanas. La incertidumbre de no volver a conocer una piel que resbalara como resbalaba la suya por su espalda.
Provocaba nuevas miradas cada mañana, como si no se conociesen, como si cada día tuvieran la necesidad imperiosa de volver a enamorarse.
Como si no se conformasen con conocerse a fondo. Ellos querían olvidarse para recordar cada noche como quererse de verdad.
Sabían que la rutina les iba a hacer daño y que el tiempo nos acomoda en los brazos de alguien provocando que algún día las extremidades, y el corazón, flaqueen.

Y murieron abrazados.

Por la incertidumbre de no pisar el infierno juntos.

viernes, 2 de mayo de 2014

Noches

Esa irónica e incontestable verdad de que la noche despierta muchas más cosas que el resto del día. Esa sensación de que por la noche eres siempre más tú que en cualquier otro momento, el placer de encontrarte a oscuras y sin necesidad de velas ni luz artificial.

Que el sol está de puta madre, pero la noche es otra historia.

Te dan ganas de abrazarte a todos tus recuerdos, incluso los que pinchan. Los que clavan. Los que te sangran. A veces echar alcohol en la herida es la manera más rápida de cerrarla, y más dolorosa.

Por la noche nunca olvidas, ¿o no te pasa que te vienen a la cabeza, o al corazón, cosas que debiste hacer? Está demostrado; la noche es el momento más jodido si quieres olvidar algo.

Y reniega de aconsejar. Cuando te despiertes, el 80% de todos los consejos que sueltes por tu ilusa boca los vas a necesitar. Y te lo adelanto; no tendrás cojones para aplicártelos.

Y se te irá la vida en cada puta madrugada que pases a solas, porque hace demasiadas mañanas que alguien no te da los buenos días. Ni los malos. Ni nada, hace demasiadas mañanas que no te dan nada.

Hay demasiadas noches que echas de menos.