viernes, 22 de noviembre de 2013

Fumando(te)

Yo sé muy bien que lo que fumo no me daña los pulmones, me daña el corazón. No por nicotina, sino por la sinrazón de quererte hasta con un adiós tan largo que lo he guardado en "tapers" para cuando tenga hambre de desazón y quiera ahogarme un poco más en el humo de tu recuerdo que se ha quedado vagando en las estancias de la casa que un día tu trasero deslumbró.
Sé que la adicción que yo tengo no se cura entre cuatro paredes y menos en un colchón con alguna fulana que llorará cuando lo primero que busque entre mis pantalones sea lo último de mi que tenga entre sus manos.
Te caté la primera vez sin filtros y a eso me acostumbré, a que fueras tan dura que me doliera la cabeza cuando abusaba de ti y el corazón cuando no te tengo. Y la crisis afecta demasiado al tabaco. A todos.
Te lié entre sábanas de franela y nos apuramos hasta tirarnos y pisotearnos el uno al otro para poder seguir andando y no provocar incendios entre los arbustos donde, también, nos fumábamos.
Me queda la satisfacción de saber que te he fumado tan jodidamente bien que cuando querías el de después volvías a meter la mano en mi bolsillo...

Redundar

He valorado la opción de echar a suertes seguir teniendo la esperanza de volver a echarte de mi cama cada vez que echamos un polvo. Y siendo redundante te echaría hasta de mi vida si no te llevaras de paso mi corazón cada vez que dices hasta mañana.
He jugado al parchís con el insomnio tantas noches que al final termino por quedarme sin fichas al dejar que me coma para esperar que en una de estas suene el teléfono o, mejor aún, el timbre.
He leído muchos consejos sobre como tratar a mujeres como tú, pero sigo viendo corazones rotos por los mismos que dicen tener la solución. Veo muchos poemas que no hablan de la persona a la que van dirigidos, muchas canciones que se cantan mirando al suelo en lugar de a los ojos, o al cielo. Veo muchos abrazos sin miedo a que sea el último. Será porque no han probado nunca la sensación de estar a punto de separarse para siempre...
Me he equivocado muchas veces. Mejor dicho, he decidido equivocarme. Porque tengo el jodido privilegio de poder elegir a mi piedra ideal y de tropezarme cuantas veces quiera con ella, porque para eso la elegí. Para trastabillarme todas las noches y hacer tropezar, esta vez, al cabecero de nuestra cama con la pared del vecino. Y que luego sea él el que quiera tirarnos a la cabeza una piedra. De las que duelen, pero sólo por un rato. No cómo tú, que dueles siempre que te vas y hasta que vuelves.
Y redundaré en ti hasta que tu lengua me suspenda y no quieras fumarte el de después porque ya no habrá nada antes...

martes, 19 de noviembre de 2013

Palabras

He perdido palabras mientras buscaba razones para hacerle creer a una escéptica que el que consigue los imposibles nunca es el amor, sino el que lucha por él. Razones para hacerle ver que el amor es un cobarde y se esconde entre kilómetros y miedos para no ser lastimado.
He malgastado palabras para demostrarle que no sirven de nada si no las susurras al oído mientras amparas del frío a la que prometes quitárselo.
He entendido que el tiempo pone a cada corazón en su lugar, incluso aunque llegue a su destino magullado por el arduo camino. 
He desperdiciado palabras con mujeres que no tenían oídos sino manos que buscaban acaparar más que las del hombre que tenían en su cama. Las mismas que me lloraban porque ninguno de ellos se quedaba después...
He dibujado las palabras que me faltan para cerrar las historias que me provocan las lágrimas que sirven de lienzo en mi almohada. Y si no me consumiese cada madrugada podría realizar una exposición en el salón de tus silencios, escoltado por tu desdén y mi abandono.
He desaprovechado palabras hirientes a la vez que he redundado demasiado en ti con mi conciencia a solas. Y esta me ha dicho que nunca perdí palabras, que nunca se pierden palabras. Te pierdes a ti mismo justo cuando logras perder el miedo. Justo cuando intentas encontrarla a ella.
Y perdí, perdí el camino de vuelta a casa cuando me di cuenta de que ella era el hogar que necesitaba...


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Potencial

Hay tantos amores potenciales como estaciones de metro en esta puta ciudad. 
Amores potenciales, de esas con las que te ves en la cama con ropa y sin ella, sobre todo sin ella.
Tan potenciales como subreales; "No sería capaz ni de mirarme a los ojos", sueles pensar. Y el 99% de las veces aciertas.
Amores potenciales a los que te gustaria poner otra cabellera y otros ojos, cambiarla totalmente, vamos. Porque la que coincide contigo en ese vagón no es la que tú quieres que lo haga. Porque ella no viaja por frias vías de metal. Las suyas guardan más calor.
Potenciales como las opciones de volar de aqui. Porque quedarte aqui y que vengan a por ti nunca ha sido una posibilidad, tú nunca esperas. Saltas sin fijarte si la piscina tiene agua, y te la pegas.
Y en esas estoy. En saber que es más adecuado. Buscando la manera de no ser tan gilipollas sin ti, que no contigo. Porque contigo lo sigo siendo.
Y lo sangrante es no poder encontrar la forma de parar. De parar de quererte, me refiero.