viernes, 22 de noviembre de 2013

Fumando(te)

Yo sé muy bien que lo que fumo no me daña los pulmones, me daña el corazón. No por nicotina, sino por la sinrazón de quererte hasta con un adiós tan largo que lo he guardado en "tapers" para cuando tenga hambre de desazón y quiera ahogarme un poco más en el humo de tu recuerdo que se ha quedado vagando en las estancias de la casa que un día tu trasero deslumbró.
Sé que la adicción que yo tengo no se cura entre cuatro paredes y menos en un colchón con alguna fulana que llorará cuando lo primero que busque entre mis pantalones sea lo último de mi que tenga entre sus manos.
Te caté la primera vez sin filtros y a eso me acostumbré, a que fueras tan dura que me doliera la cabeza cuando abusaba de ti y el corazón cuando no te tengo. Y la crisis afecta demasiado al tabaco. A todos.
Te lié entre sábanas de franela y nos apuramos hasta tirarnos y pisotearnos el uno al otro para poder seguir andando y no provocar incendios entre los arbustos donde, también, nos fumábamos.
Me queda la satisfacción de saber que te he fumado tan jodidamente bien que cuando querías el de después volvías a meter la mano en mi bolsillo...

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