domingo, 13 de diciembre de 2015

Huye

Para serte sincero, hace tiempo que no me siento mirando a la nada con alguien a quien le apetezca escucharme, a quien le apetezca verme abierto en canal.

Será el frío de las últimas historias.

El miedo de los últimos fantasmas.

No poder controlarlos.

Abrir la puerta a otro demonio.

Quizá la suma de todo lo anterior.

Deberías saber que soy inestable. Inconformista aunque lo tenga todo, porque te aseguro que lo tengo. Siempre creo que se puede dar más, en cualquier ámbito, en cualquier faceta.

Soy testarudo. Si pienso que es sí, lucharé para demostrarlo o conseguirlo. Aunque con el tiempo he aprendido a admitir que estaba equivocado. Me di cuenta cuando comencé a menguar cada vez que me ofuscaba en un imposible. O en varios.

Me canso con facilidad si mi corazón no se llena. Cualquier proyecto, cualquier relación. Tiene que llenarme bien adentro, de no ser así la pasión se esfuma como arena entre mis manos bajo una tormenta.

Y esto es jodido.

No soy ejemplo de nada. Te lo aseguro. Podrás leer aquí historias, relatos y en ocasiones afirmaciones que parecen ser consejos de uno al que le cuesta aplicárselos. No los tomes al pie de la letra, moldéalo a tu gusto. Según te convenga. Eso es lo bueno de escuchar consejos; poder aplicarlos según nos venga en gana a nosotros. Y que nos llamen egoístas, hipócritas o lo que quieran. El nudo no lo tienen que deshacer ellos, así que no los escuches.

Esto si tómatelo al pie de la letra, no los escuches.

Soy paciente. Tanto que si pierdo la paciencia, no la vuelvo a recuperar.

Se me da bien perdonar, o eso creo. Olvidar ya es otra cosa. Pienso que olvidar no es algo que se elija.

Hago daño. Me han hecho daño. Lo he hecho muchas veces y lo seguiré haciendo. Me lo han hecho muchas veces y me lo seguirán haciendo. Porque así es el ser humano. Porque de eso trata todo esto. Es inevitable controlar el daño que hacemos, hasta cierto punto. Y ahí está la clave de todo: cuando somos conscientes de que lo estamos haciendo.

Es aquí donde debo advertirte.

Es aquí donde me pongo la armadura.

Si algún día me sigues infligiendo daño siendo consciente de ello, huye.

Huye muy lejos.

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