jueves, 27 de marzo de 2014

Escribir

Escribir es para algunos el "sinónimo pasivo" de pegarle hostias al mundo, de liberarse. En algunas ocasiones hasta de encontrarse. 
Es quererte alguna noche un poco más porque tu corazón dicta algo y tus dedos lo visten bonito. 

Escribir es visitarte cuando te echas de menos. A veces son visitas non gratas que se van por la puerta de atrás en forma de papel arrugado marcando un triple en la papelera. Otras, en cambio, se convierten en recuerdos que más adelante te llenan de marea el corazón. 

Así aprendí a no encestar mis dictados y a almacenarlos por si el tiempo me brindaba la oportunidad de ponerles el traje perfecto para que otros se adueñaran de ellos si algún corazón les declaraba la guerra. 

sábado, 8 de marzo de 2014

Acabaste

Me acabaste.
Como se acaban las malas historias, descompuestos y sin final. 
Me acabaste, pero encontré el principio. De nuevo.
Te extirpaste tu solita de mis adentros, como se extirpa una mala hierba del jardín. Y pasa como pasa en muchas ocasiones, en las que nos sabemos regar, que florecí, de nuevo.
Me agotaste la dulzura, la caballerosidad y hasta la paciencia. Puedes, incluso, llamarme poco hombre si quieres. Yo no te llamaré buena mujer, pues no lo eres. 
Acabaste con los tópicos, (está feo que yo lo diga), pero fuiste igual que muchas.  
Te acabaste. Pero yo que soy de ver películas antiguas y escuchar canciones añejas, te sigo escribiendo. 
Y ya acabo yo, por hoy. 

martes, 4 de marzo de 2014

Despedidas

Escribí muchas notas de despedidas en portales a oscuras, en cartas que nunca llegaban a los buzones de sus destinatarios. Palabras de adiós que retumbaban en la cabeza de todo aquellos que, en realidad, nunca quisieron quedarse.
Me despedí de esa gente que creyó más en el poder de la palabra que en la sabiduría del tiempo y de su inestimable capacidad de borrar de la vida de las personas a todos aquellos que no son merecedores de ese privilegio.
Me despedí, más concretamente, de ti. De tus palabras vacías, de tus promesas incumplidas y de tu certeza de no sentir lo que hacía mucho tiempo vivía en tu pecho. Te dije adiós sin mirarte a los ojos, sin pronunciar una sola palabra, hacía ya varios inviernos que no te merecías un segundo de mi tiempo. No te merecías, en definitiva, nada de mi.

Y me despediré todos los días de tu recuerdo, que se vaya por partes y no haga más daño. Que se ahogue en las cervezas que me tomaré con aquellos que si quieran disfrutar de mi tiempo. Que se asfixie en los abrazos de aquellos que saben cuando los necesito.
Que se pierda en la melena de la mujer que me haga temblar y no precisamente de miedo. Y no será una forma de olvidarte, porque nunca querré eso. No querré olvidarme nunca jamás de aquella historia que me demostró que uno debe morir con sus convicciones.  Hasta que no me hagas daño y me provoques sonrisas. Esas que compartiré con los que aprovecharán la fortaleza del tipo que tú dejaste marchar.

Este idiota se despide. Sin arrepentirse de haber sido, seguramente y de largo, el mejor idiota que pasará por tu vida.

domingo, 2 de marzo de 2014

Yo

Yo, que aprendí a encajar disparos a bocajarro y a taponar hemorragias de esas que te dejan desangrado en una baldosa en medio de la ciudad.
Yo, que decidí tropezar varias veces con las mismas piedras, para cerciorarme de quien era el fuerte y se terminaran rompiendo.
A mi, que me han hecho tantas zancadillas, que me he tenido que levantar en tantas ocasiones que las vistas desde lo más profundo de los pozos ya me es familiar.
Yo, que he escalado tanto, que me he desgarrado las manos aferrándome a todos esos clavos candentes que ya no siento la soledad al pasear.

Por mi, que apostaron tan poco...

Yo, que no tengo mejor motivación que amanecer y trasnochar con algo tan simple como una sonrisa en el rostro. Imperfecta, me da igual. Sigue siendo lo más bonito que puedo brindarme a mi mismo.
A mi, que me basta con ver en los míos un gesto afín. Los que están envueltos en sal y los que nunca han visto la lava sobre el mar.

Y, por enésima vez, yo.

Que pasen los años que pasen seré el que deje al tiempo hablar, al cielo aconsejar y a la marea consolar.