miércoles, 29 de marzo de 2017

Odisea

Entonces me encontré aquella bifurcación. Y yo elegí entre dos senderos. Y aquel maldito camino por el que avancé tenía piedras, zanjas, aludes, barrancos y de todo lo que a uno puede cortarle el paso.

Pero seguía avanzando. Lo importante es que seguía avanzando.

No podría enumerarte aquí la cantidad de heridas que me hice, la sangre y las lágrimas que derramé mientras cruzaba toda esa 'selva'.

Seguía avanzando.

Tuve que ser yo el que me suturara la heridas, el que me secara las lágrimas y el que cargara con el despojo en el que me había logrado convertir aquella vereda repleta de obstáculos.

Un día me acaricié las heridas y sentí mi piel más fuerte.
Más gruesa.
Más resistente.

Ahora avanzaba más rápido.

Al día siguiente me topé con un lago y me vi reflejado en él.
Me observé por dentro y me sentí mayor.
Más grande.
Más seguro.

Ahora avanzaba sin prisa.

Al cabo del tiempo me di cuenta de que ya no había más árboles a mi alrededor. Ya no me encontraba piedras, nada que me frenara ni me hiciera doblar las rodillas. Entonces miré al cielo. Y vi tropecientas constelaciones. Y me imaginé viajando por ellas.

Y después un tiempo te encontré a ti, mientras se me terminaban de caer las costras de todas las heridas que sufrí. Y me acariciaste valiente, sin temer. Descubrí tu constelación y me acordé de aquel día en el que soñé navegar por las estrellas.

Nunca más he querido despegar los pies de la tierra.

Ahí entendí que volvería a elegir el mismo camino si la vida me pusiera de nuevo en aquella bifurcación,
porque después de todo,
de tanta odisea,
de tanto dolor,

tú.








domingo, 5 de marzo de 2017

Mi suerte.

Tengo la suerte de su abrazo, 
de su paz cuando todo mi alrededor empieza a arder. 

Estoy enamorado de una heroína de carne y hueso que cada puta mañana me regala sus amaneceres y me salva la vida solo con sus bostezos. 

Tiene la capacidad de parar el mundo 
y que cada problema se convierta en ceniza con una simple caricia. 

Me reta,
me incita,
me pone patas arriba la vida. 
Y eso es justamente lo que necesitaba; 
que alguien llegara y me lo desordenara todo para darme cuenta de lo que realmente tenía ante mis ojos. 

Tengo la suerte de su piel;
y no existe 
ninguna 
maldita 
superstición 
que le haga 
frente.