jueves, 14 de octubre de 2021

Mayoría de edad

Hola, mamá.

Tu ausencia sigue doliendo como una astilla alojada dentro del pecho,
la gente suele creer que el tiempo lo cura y lo soluciona todo. 

Nunca he sido capaz de ayudarles a entrar en razón.

La gente cree que uno supera el dolor de una ausencia como la tuya, que la herida cicatriza y, simplemente, sigues avanzando. 

Porque la sociedad te vende que hay que seguir a pesar de.

A pesar de todo,
a pesar de que tú ya no.

En el fondo creo que no quieren entrar en razón.

Porque no quieren aceptar que hay heridas que no cicatrizan, 
que a pesar del tiempo,
de los remedios,
de las terapias,
hay ausencias que se quedan viviendo dentro de uno mismo,
por los siglos,
de los siglos.

Sabes, no nos educan a convivir con la tristeza.
Como si fuera un virus que hay que erradicar, en lugar de enseñarnos a cogerla de la mano y entenderla.
A admitir que está ahí.
Y que, a veces, no se marcha.
En ocasiones se esconde, 
se apaga, 
se duerme,
pero cuando despierta de su letargo caminamos por la vida como si fuéramos un sonajero de dolor.

Nos abrazan y se escuchan todos nuestros pedazos rebotando por dentro.
 
Yo llevo cogida de la mano a mi tristeza desde aquel octubre de 2003

¿Sabes, mamá?

Tu ausencia acaba de cumplir la mayoría de edad,

y no, 

no tiene pinta de que vaya a independizarse de mi pecho el dolor que me produce.