martes, 22 de marzo de 2022

Triaje

Llevo desde los doce años gestionando la tristeza, el dolor y los baches prácticamente solo.

Porque quiero, todo hay que decirlo.

Si hablo de las manos que me sujetan, seguro, muchos se preguntarían por qué decido abrazar la soledad cada vez que tengo ocasión.

En la soledad es donde encuentro, casi siempre, la paz que necesito cuando hay mucho ruido fuera. 

Y de un tiempo a esta parte hay demasiado ruido que no me deja avanzar, ni curar, ni nada.

Llevaba dos años aplacando el ruido, con lo que ello conllevaba y la situación que estaba viviendo todo el mundo. 

Me centré en eliminar el ruido exterior y explotó una bomba sónica dentro de mí. 

No sé si me explico. 

Por una parte me siento bien porque, a pesar de todo eso, sané algunas heridas. 

Pero hay otras que no sanan y nadie las puede suturar.

Salvo yo. 

Más que nada porque nunca he llevado demasiado bien que me toquen las heridas y que escueza. 

Mi triaje particular está en funcionamiento y,

sintiéndolo mucho,

hay accidentes a los que no estoy dispuesto a darles prioridad.

martes, 1 de marzo de 2022

Inexorable

Hola, mamá, ¿cómo estás? 

La cosa ahí fuera sigue malita, pero todavía hay quienes creen estar por encima del bien y el mal, usando la picaresca. 
¿Sabes?
Me pregunto muchas veces qué sería de nosotros si nos olvidáramos de querer ser siempre más ‘listos’ que el de al lado. 
¿Tú crees que aprenderíamos más? 
Yo también. 

La gente quiere ir siempre un pasito por delante y ahí pierdes la perspectiva del paisaje que te rodea y, cuando llegues, 
quizás el primero, 
antes que ninguno e, 
irremediablemente a veces, 
también abandonado,
te darás cuenta que no habrá merecido la pena.

Y no, mamá. La gente no saber vivir a solas.
 
Nos han educado para repudiar la soledad, para buscar en quienes resguardarnos cuando hay tormenta, pero se han olvidado de adecentar el hogar que llevamos a cuestas cada uno de nosotros.

Y me resulta desesperanzador.

Yo no tuve elección, ya lo sabes.

Tu marcha y mis complejos me empujaron a una soledad elegida a dedo que,
después de tantos años, 
ha sido mi salvavidas en estos dos últimos.

Lo inexorable del paso del tiempo es que cada vez estás más acompañada ahí arriba, ¿quién nos lo iba a decir? 

Abraza a nuestro primo, abrázalo como no supimos hacerlo nosotros aquí. 

Y a nuestro tío. Abrázalo porque sé de buena tinta cuanto te echaba de menos.

Como lo seguimos haciendo nosotros aquí, mamá.

Tenemos que seguir, ¿sabes?

Aunque cueste, aunque esta vida maldita siga empeñada en vernos caer.

Estaremos bien, te lo prometo.

Yo no sé cómo lo haré, mamá. 

Pero lo haré.