jueves, 14 de abril de 2011

Y te olvidas..


Y te olvidas. Porque te olvidas. Sí, de todo... Hasta de ti. Pasas por alto todo lo que puedes dar e ignoras el daño que te infliges al no hacerlo. Porque te dañas, quizás por no provocarlo más allá de tu manos. 
Y te olvidas, porque te olvidas... De que caminabas en un desierto y dos gotas de agua cristalinas parecieron un inmenso lago que te calmó esa sed, que te dió serenidad y fuerzas y que adoraste, y adoras, hasta rabiar. Pero es que el lago ha dejado de ser lago y vuelve a convertirse en lo que, quizás, nunca ha dejado de ser: Dos gotas de agua cristalinas.. 

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