martes, 7 de febrero de 2012

Buenas noches

Probablemente no me parezco en nada al tipo que esperas sentada en la banqueta, bebiendo un martini doble con hielo, ¿me equivoco?. Estás buscando a alguien descarado, seguro de si mismo, que te hable de cosas interesantes, que te haga entender que de las 7 mujeres que están sentadas sin acompañante tú eres en la que él se ha fijado. Buscas ese hombre que te haga sentir como ningún otro en mucho tiempo, ¿11 meses, quizá? Pero eso es lo que buscas. Lo que tú quieres encontrar es algo totalmente distinto. Ni si quiera tú te has dado cuenta que no has apartado la mirada de las otras 5 mujeres que charlan con sus respectivas parejas. Agachas la mirada y le pegas un trago de desesperación a tu martini cada vez que una de ellas recibe una caricia, de esas que sabes que se dan todos los días a la misma, de esas que tanto anhelas. Tampoco caes en la cuenta de que te pides ese martini doble con hielo porque el hombre al que amas te conoció con una copa idéntica en la mano. Y no quieres apartarte de su recuerdo, no del todo.
Y, sobre todo, te resignas a pensar que no existe ese hombre que te haga sentir como él lo hacía. Porque cada sabado vienes y desechas todas las invitaciones porque ninguno encaja. Porque no es eso lo que buscas. Porque lo buscas a él. Buscas sus manos, su espalda, sus labios. Buscas levantarte cada mañana con el mismo y sabes que aqui no lo vas a encontrar.
Pero te acabas de percatar que sin moverte has dado en el clavo. Y que acabas de encontrar al hombre que no esperabas.

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