Me hablas de la inseguridad de tus manos,
del pánico de tu corazón a apostar en vano.
Me cuentas que aquellos que un día te amaron
te dejaron rota en aquel arcén frío y abandonado.
Que ellos no supieron,
ni valoraron.
Te cojo de la mano,
yo también tengo miedo,
terror a que tu risa desaparezca de mis mañanas.
Pánico a que otros brazos sean más fuertes que los míos
y te sostengan mejor el corazón.
Créeme, le tengo pavor a provocar el adiós de tus labios.
No se trata de promesas que no podamos cumplir, se trata de lo que queramos vivir.
Y yo quiero vivirlo todo. Contigo. Ahora.
Y si nos dolemos, será porque nos habremos querido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario