viernes, 16 de marzo de 2018

Carta a mi padre

Hola papá, hace ya mucho tiempo que no nos sentamos a charlar de cómo nos va, supongo que las meteduras de pata de ambos o, quizá, nuestra cabezonería hereditaria. A veces te echo de menos, y al hijo que fui cuando solo quería crecer.

Sé que no he sido el hijo perfecto, que tenías unas expectativas que nunca cumplí y que, tal vez, siempre fui más impulsivo que cabal. Pero es jodido crecer sin mamá.

Qué te voy a decir a ti, ¿no?

Sé que te arrolló el miedo, que el mundo se te vino encima. Es normal. Pero nosotros estábamos ahí, ¿recuerdas? Bajando aquellos escalones de Valterra, ahí te sostuvimos nosotros mientras nos temblaban las piernas y se nos reventaba el corazón. Nosotros estábamos ahí.

Créeme que he luchado durante todos estos años para enmendar mis errores, papá. Volví a Madrid, la ciudad que me lo arrebató todo, me prometí a mi mismo que me haría grande y lo conseguí.

Ahora intento rehacerme lejos de casa, pero un poco más cerca de mi hogar. Y lo estoy volviendo a conseguir.

Lo sé, papá, debí estar ahí para despedir a nuestro marinero. Pero hay guerras que uno debe librar en soledad, y yo me necesitaba a solas.

Pídele perdón a los tíos y los primos, por favor. Quizá nunca tenga vida para recompensarles.

A veces te echo de menos, y al niño que fui cuando solo quería crecer.

Ojalá hubiese conseguido cumplir aquellas expectativas.

Ojalá ese papá referente, valiente y siempre superhéroe, nunca se hubiese diluido.

Todavía lo busco en fotos.

Y como duele encontrarlo solo en ellas.

Adiós papá, ojalá la vida nos regale otra oportunidad de hacer las cosas bien.

Ambos.

Juntos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario