Cuando desistas, cuando dejes de tener fe, de creer, porque todo sale mal y pienses que no hay vuelta atrás, que todo ha acabado, párate.
Suspira, relájate y cierra los ojos.
Ahora, ábrelos.
Gira tu rostro.
¡Ey!
Sí, mira a tu lado.
Es mi mano.
Estás equivocado si en algún momento has pensado que voy a dejarte caer.
No será fácil pero, ¿te digo algo? Mejor.
No hace falta que esté cerca para que me notes a tu vera.
Eres grande y abarcas mucho más de lo que tú puedes llegar a imaginar. Así que es fácil permanecer cerca de ti.
Nos quedan muchas patadas que darle al destino, y habrá épocas en las que decidamos luchar por nuestra cuenta, creyéndonos capaces de todo.
Mas no te olvides que sigo ahí, escondido tras la rendija velando por tus sueños y tus metas.
Hoy, aunque no veas salida, aunque todo se esté torciendo y te invada el pesimismo, no es el final.
Hoy no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario