viernes, 4 de febrero de 2011

Noah

Comenzaba un nuevo día y Noah, impaciente, antes de emprender el camino rutinario hacia el trabajo deja escrita una nota en la nevera: "Día 1".
Al llegar sus compañeros le notaron algo distinto. Ilusionado, con los ojos relucientes... Feliz. Él, de hecho, fue siempre así, aunque años atrás muchos acontecimientos había provococado la perdida de esa actitud extrovertida y alegre. Hoy, misteriosamente, la había recuperado. Repartía sonrisas por doquier e, incluso, a compañeros con los que no le unía una amistosa relación, precisamente. 
Noah estaba como loco, entusiasmado. Trabajó incansablemente toda la jornada, deseando llegar a casa. Deseando encontrarse con ella.
Al salir del trabajo, se dirigió al supermercado. Quería sorprenderla, hacerle una cena y tener algún que otro detalle con ella. La había descuidado mucho los últimos días y estaba preocupado. Alison se merecia mucho más. Tanto como los primeros meses.
Llegó a casa y comenzó con los preparativos. Cuando sólo le faltaba cambiarse de ropa y poner la mesa sonó el timbre. Era ella.


- ¡Noah!, ¡Noah! Abre, que soy yo.- Gritaba, desesperada Alison
- Ya voy cariño, pero espera. Tienes que prometerme que no abrirás los ojos. Y que te quedarás en el cuarto hasta que yo te diga, ¿vale?- Comentó, nervioso, Noah
- Vale, ¡te lo prometo!- Contestó la muchacha.


Cuando Noah ya estaba preparado, la avisó. Alison salió del cuarto y se quedó asombrada. Una cena. Para dos. Toda esa parafernalia propia de las peliculas de amor. Eso era parte de lo que le brindaría Noah a Alison esa noche.


Cenaron, hablaron, rieron. Cientos de anécdotas, recuerdos. Miradas directas. No tan directas.. Y antes de fundir todo ese amor cocinado, horas antes, en un colchón.. 


- Amor, debo decirte algo- Manifestó Noah en voz bajita, sin razón aparente- Sé que no eres muy amiga de la idea del matrimonio, y que nunca te gusta hablar del futuro ni de lo que nos deparará, siquiera, el próximo mes. Pero toma, quiero que lo tengas siempre, pase lo que pase. Aunque nos separemos. Necesito que me prometas que así será. Y no me preguntes porqué, sólo prométemelo- Declaró Noah. Era un anillo. Sus respectivas iniciales, A y N escritas en el reverso, más la fecha del día en el que se conocieron.
- Es precioso Noah. Pero, un anillo, ¿por qué?- Preguntó Alison.
- Sí. Sé que no es muy original, ya sabes como soy con estas cosas... Pero quiero que sea más simbólico que material. Me da igual si lo llevas en el dedo, colgando del cuello.. Sólo quiero que lo mantengas a tu lado el resto de tus días- Aseveró Noah.
- Te lo prometo mi vida, te lo prometo.


Pasaron la mejor noche de sus vidas. Amándose como nunca antes lo habían hecho. Fundiéndose en un sólo ser.


A la mañana siguiente, Noah, como el día anterior dejaba una nota en la nevera: "Día 2". Y así durante los 27 días siguientes.


El día 30 Noah le pide a Alison que duerma en casa de sus padres, que necesita trabajar y concentrarse en un encargo importante. Alison acepta sin problemas, por un día no pasaría nada, pensó.


- Te amo, te amo más que a mi vida, nunca te olvides de eso amor- Declaró Noah, ante la mirada sorprendida de Alison- Me lo demuestras todo los días, y los que quedan mi vida- Dijo ésta. Noah no pudo evitar que una lágrima callera, calmosa, por su mejilla.


Día 31. 
No hay nota en la nevera. Noah no llega al trabajo. Alison no tiene noticias suyas. No responde al telefono, no abre la puerta de casa. Alison se teme lo peor. ¿Se había marchado? Si era así, ¿por qué? 


Noah se moría. Sus notas en la nevera significaban una cuenta atrás inevitable. Los médicos le habían dado un mes de vida justo el día antes de la aparición de las notas. Despertó, entonces, de ese letargo que le había hecho caer en una racha de desconfianza en si mismo, de miedo. De pánico a vivir. Descartó la posibilidad de decirselo a sus seres queridos, teniendo muy presente la poca naturalidad con lo que transcurriría la llegada de lo inevitable. Vivió, disfrutó y amó como nadie. Pero le dolió, más que morir, no poder confesárselo a Alison. Era consciente de que si Alison se enteraba, esas miradas furtivas de amor serían, más bien, de compasión. Y esos abrazos se convertirían en signos de resignación a perderle.


Noah vive ahora en cada lágrima que ella derrama, en cada suspiro y en cada sueño de su subconsciente. Sí, él se fue, pero dejó una marca imborrable en la mirada de Alison, en su mente y en su corazón.



"La realidad cambia cada día, según el enfoque que le queramos dar. Si pensáramos todos los días que mañana será el último viviríamos a tope, sin pensar en consecuencias ni reproches. Incluso sabiendo que los habrá, haríamos más caso a nuestro corazón que a nuestra propia cabeza y no nos importaría equivocarnos, pues todo se acabará algún día. Y lo único que recordará la gente que te quiere, que es la que de verdad importa, es todo lo bueno que hiciste. Y de lo malo se olvidarán o, incluso, buscarán algo positivo de todo ello."

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