jueves, 20 de febrero de 2014

Historias

Hay mil maneras de comenzar una historia y otras tantas de recordar como empezaron otras.
Cuando se acercan momentos de cambios siempre optamos por deshacernos de lo viejo, de lo inservible, de lo que ya no necesitamos para pasar de puntillas por esta vida. Yo he decidido hacer lo contrario, recuperar algo que creía perdido.
Son cosas materiales, por supuesto... Ojalá pudiéramos recuperar algo que añoramos cuando se nos antoje, aunque no sería muy buena idea a la larga.
He desempolvado mi melancolía junto con tus fotos, una pequeña cajita que de improvisto ha hecho saltar todas las alarmas de mi pecho y un par de cuerdas que nunca ataron lo suficiente porque nunca fue lo correcto.
He recordado que no hace mucho esta sonrisa imperfecta se dejaba ver a todas horas a pesar de los complejos y he vuelto a ver los lunares que tanto echo de menos.
Y a pesar de que hay historias que no acaban con los dos protagonistas juntos no necesariamente significan finales tristes. A mi no me hace falta comer perdices contigo para saber que eres feliz.
Hay historias que necesitan ser fogonazos para no poder olvidarnos nunca de ellas y saber que siempre que voltees la mirada te hará esbozar una sonrisa.
Hay historias, como la tuya y la mía, que nunca tendrán segundas partes porque para mi corazón nunca terminó...


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