jueves, 28 de agosto de 2014

Como casi siempre

Pasa como pasa siempre de noche, y a oscuras, formas un charco con lágrimas que nadie tiene cojones de ver.

Ni de adivinar.

Pasa que siempre has sido más fuerte que cualquiera de esas piernas que pasaban por delante de tus narices con el único afán de destrozarte los esquemas.
Pero tenias mar.

Tan insignificante, el mar.
Para los que no han cogido aire precisamente cuando él te ahoga.

Tan grandioso, el mar.
Para todo aquel que ahoga los recuerdos en una botella de alcohol en su orilla. Y de paso entierra todas las palabras que se congelaron a diez mil pies del suelo.


Pasa que hasta el hielo en el más duro invierno se resquebraja y cede.


Pasa, como pasa siempre, con la luz apagada y la música prendida, aparece la silueta de tu cuerpo al otro lado de la cama y al abrazarla ya no está.
Como siempre pasaba, nunca te quedabas.

Pasa que cerca de ti hay una paz reprimida que se muere de ganas de entrar en guerra con mi entrepierna.


Pasa como pasa casi siempre; que te vas.


Y un idiota sin mar es capaz de muchísimas tonterías.

Como volver a por ti, por ejemplo.

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