martes, 2 de junio de 2015

Av Juan Andrés, 15

Nací entre lava y volcanes,
entre salitre y arena.

Me criaron los brazos y el calor
de mis padres,
de mis abuelos y tios.

Crecí entre tortas con mi hermano
e historias con mis amigos.

Y me dijeron que debía volar,
conocer otros lugares,
asaltar otras camas
y regresar.

Regresar mucho.

Regresar bien.

Me hizo mayor Madrid,
tanto o más como sus edificios.
Que no llega a ser New York,
pero desde la azotea de su CBA el vértigo te golpea,
mientras el viento te acaricia
y Madrid te parece un poco más bonita.

Derramé lágrimas que no oxidaban andenes,
y solté carcajadas.
Y, mejor, me las devolvieron a corazón abierto.

Me hizo mayor, Madrid.

Visité aquel número quince de la Av Juan Andrés
y te vi asomada en aquel balcón que te vio partir.

Sonreíste, me adivinaste grande.
Me adivinaste adulto.
Y me acariciaste, como nunca dejaste de hacerlo.

Me hizo mayor, Madrid.

Y tuve que regresar cuando ya no parecía tan bonita.

A casa, a sonreír en la orilla.
A dormir sobre la lava,
a caminar descalzo,
a saltar sin miedo.

Y, corazón, que se me escame la piel que todavía no anochece,

y la marea abraza bien.

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