jueves, 2 de julio de 2015

Paz

Ya hace tiempo que no salgo despavorido, aunque la situación comience a adquirir un color grisáceo propio del peor de los inviernos. De la peor de las lluvias.
Fue hace mucho la última vez que llovió aquí dentro, la última vez que tuve que recoger mis pedazos del suelo, barrer, colocar mis espejos que, aunque no reflejan lo más bonito de la casa, consiguen que me vea bonito por dentro.

Afuera llueve, por cierto.

Pero aquí dentro hace tiempo que escampó. Hay truenos, algunos relámpagos y, de vez en cuando, se funden los plomos y me quedo a oscuras. Pero, insisto, ya no salgo corriendo.

Abro los ojos, miro al techo y en ese momento se convierte en mi particular firmamento. Desde hace unos años siempre me acompaña una estrella y luego, además, tengo pequeños planetas donde he respirado el aire más puro posible.

Escucho los truenos y sonrío. No me asustan, no me sobresaltan.

Hay paz en mis sábanas.

Por fin hay paz en un universo que nunca quiso guerras.



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