lunes, 7 de julio de 2014

Desdén.

Qué hago con el desdén de la madrugada? No sirvo para combatir las ganas y no saber donde clavarle el puñal definitivo para acabar con ellas y que me dejen respirar.

Hablamos de impulsos y el mundo se hace pedazos.

Pienso en ella cuando llueve, y cuando hace sol. Cuando voy bajo tierra y cuando estoy bajo el mar. Pienso en ella. Es así.

Nunca he sabido pararme los pies cuando algo necesita salir. Yo no sirvo para estas cosas, no sirvo para mi. Sin ti.

He visto a la misma estrella fugaz pasearse cada noche por el cielo de mi cuarto, dibujar tu silueta y aplacar el sueño del individuo que permanece inmóvil. Nunca llegas para quedarte y siempre te vas para no volver.

Qué hago con el desdén de después? Mi balcón se cansa se ver fumar a otras que nunca podrán rehacer mi dormitorio, de verlas doblar la esquina y que no aparezcas tú después. Se cansa de mi paciencia. 

Algo haré con él. Y conmigo. Contigo ya veré.

Quererte, tal vez.

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