lunes, 21 de julio de 2014

Poetas

No entiendo al poeta, a ese incansable ser humano que sangra cada vez que escribe a quien quiera que le haya hecho mil pedazos el corazón.
Y la cabeza.
Y los ojos.
Y las manos.

Porque te hacen trizas.

No entiendo lo bonito que suena el desamor, lo bonito que se ve la historia de chico conoce a chica, chico se enamora de chica, hacen el idiota y. al final, uno de los dos muere. Suena bonito y es más común de lo que la gente se piensa.
En una sala proyectada queda precioso.
Y en otros corazones.
En el de uno mismo queda horroroso.

Al final de las historias siempre hay alguien que muere, o a la mitad. El chico que deja de ser el que conquistó a la chica, por ejemplo. El chico que quiere que la chica deje de ser aquella de la cual se enamoró, tal vez.
Eso es morir de amor, no reconocer al que tienes al otro lado de la cama. O al que miras al espejo.

Perderte.

Perderle.

No entiendo al poeta que sobrevive de sus poesías.
Es clavarte un puñal cada vez que te lees.
Y que la ves.
Porque siempre la ves.
Quizá les escriben poesía porque es la única forma de sentirlas y hacer el amor con ellas.

Ellos son así, están locos. Por eso nadie los entiende. La gente solo lee sus poemas, los dedica y se llevan los besos.


Y del poeta nadie se acuerda cuando se cierra el libro y se deshacen las sábanas.

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