lunes, 14 de marzo de 2016

Viceversa

De repente, un volantazo.

Que te lleva fuera de la carretera, que te introduce en el camino correcto.

¡Qué paradoja!

De repente una ola rompe en tus caderas,

y mis pantalones se quiebran por dentro

al mismo ritmo que mi pecho.

De pronto emerges,

floreces,

iluminas.

Y no marchitas.

Joder, ¡y no marchitas!

De repente el cristal empañado del coche,

y los dos sudando,

empapados,

sin taparnos.

Enfermamos el uno del otro,

y no,

no hay mejor tratamiento

que tú encima de mí

o

viceversa.

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