martes, 8 de marzo de 2016

Suertes

He vuelto sobre mis pasos, ahora menos pesados, más libres, más firmes, para quizá mirar con otro prisma toda la rutina que me rodeaba hace poco más de 365 días. 

Y he sonreído. 

En aquellos días los raíles de metal y la contaminación torpedeaban mi vida de una forma tan abismal que me impedían ver un poquito más allá. Justo eso que es lo que a mi me gusta. Alongarme a la vida, asomarme con riesgo al balcón. Me quedaba detrás de las cortinas y pocas veces fui capaz de ver atardeceres entre edificios que pudieran ser artífices de alguna historia que mereciera la pena contar. 

He tenido la suerte de poder juntar mis dos mejores relatos. De reunirlos en una mesa, rodearlos de cervezas y disfrutar de dos mundos que, apreciándolos bien, se complementan de tal manera que me vuelvo a cuestionar si los merezco. 

Y llegará el día en el que, seguramente más viejo, con alguna cana en el pelo o algún problema irremediable de calvicie, me diga a mi mismo que todo esto que nunca pude entrelazar eternamente me dio la vida en dos lugares antagónicos. 

Y esa será mi mayor, y mejor, suerte;

Tener un tesoro a cada lado del océano Atlántico. 

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